Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Según el estudio publicado ayer por Adecco, la tasa de absentismo en el País Vasco fue del 9,5%. Un dato al que no resulta sencillo encontrar explicación, que supera con holgura la media del Estado, a la del pasado año e incluso a la del periodo de pandemia. ¿Tenemos las vascos una salud peor que la del entorno, dedicamos poco dinero a sanidad, tenemos una industria más peligrosa e insalubre que los demás? No. En Euskadi gastaremos este año nada menos que 4.638,9 millones de euros en cuidar de nuestra salud. Es el presupuesto de Osakidetza, que aumenta un 6% y al que habría que sumar el de otros organismos relacionados, como la propia Osalan que es el Instituto Vasco de Seguridad y Salud laboral. Quizás, medida así en bruto, esta cantidad no le diga nada pero dividida por la población total nos da la impresionante cifra de 2.114 euros por habitante. ¿Es poco? Pues nunca es suficiente, pero comparado con lo que gastan el resto de comunidades autónomas no es poco, es mucho.
¿Debemos suponer que, a pesar de ello, tenemos una mala salud relativa que nos impide acudir al trabajo con normalidad? Tampoco. Todos los indicadores, empezando por la esperanza de vida y siguiendo por la calidad de la alimentación y los propios hábitos de consumo nos posicionan en los puestos de cabeza. ¿Vivimos en un entorno industrial proclive a los accidentes y especialmente insalubre? No creo. Quizás lo fue en su día, cuando nuestra economía se basaba en sectores como los astilleros, las fundiciones, la química, los hornos de fabricación de acero, etc. Pero hace ya décadas que nuestro tejido industrial ha mejorado mucho sus estándares de seguridad y se ha mimetizado con paisajes menos abruptos.
¿Cuál es entonces la razón que explica que los vascos faltemos al trabajo 153 horas de media, lo que equivale a casi un mes de trabajo? ¿Cómo es posible? Pues aunque no soy experto, me da que las verdaderas razones hay que buscarlas un poco más lejos. Una es estructural. Mientras la baja laboral la dé un organismo vasco (Osakidetza) y la pague un organismo estatal (la Seguridad Social) poco se podrá mejorar. Si usted fuera médico y tuviera que elegir entre dar una baja, sin tener la seguridad de que sea merecida, pero sin coste ni riesgo de ningún tipo o no conceder una dudosa y cargar con la responsabilidad de que fuera conforme, ¿qué haría?
Otra es de índole social. Mientras no exista el mínimo castigo laboral, ni el menor reproche colectivo a quien concede o se coge una baja sin merecerlo y mientras los sindicatos miren distraídamente hacia otro lado, esto no se arregla. ¿Es éste un buen cebo para atraer inversiones? Me da que no.