Julio Aguilar-El Correo
Doctor en Geografía e Historia por la UPV/EHU
- La lengua vasca parte con enorme desventaja, pero la sokatira en la que se empeñan los maximalistas de uno y otro idioma es estéril
Una noticia sobre un trabajador de Lanbide levantó un torbellino de respuestas. Por su cese al ser superado por alguien que cumple el perfil de euskera que él no ha logrado. Tiene 61años. No entro en este caso singular, lo va a llevar a tribunales. Pero me sirve para ofrecer mi punto de vista sobre la situación del euskera, idioma que aprendí en poco tiempo hace muchos años, gogo onez, de buen grado.
La lengua unificada vasca hija del Congreso de Arantzazu (1968) fue fruto de la necesidad de disponer, sobre todo para la escritura, enseñanza, Administración y medios de comunicación de una ‘koiné’ vascuence. De un esperanto vascuence, para que se entienda. Claro, sobremanera en el ámbito educativo, el principal, no se les puede exigir a los docentes que conozcan todas las variantes euskéricas.
En Bizkaia, durante un tiempo, causó malestar la preterición de la lengua propia, pues para alumbrar la estándar se escogieron las variedades centrales, bastante distintas del bizkaiera (mendebaldeko hizkuntza, lengua occidental). Después, se fue aceptando el idioma unificado. Me comentó una profesora de lengua vizcaína: «Horrek ez deko bueltarik»: que el asunto no tiene vuelta de hoja. También, en charla con otro profesor, me predijo que «guk ez dogu batueraren ezarpen osoa ikusiko»: que nosotros no alcanzaremos a ver la implantación plena del batuera. Mi predilección por la voz ‘batuera’ frente a ‘batua’ viene de que se la escuché a él. Si alguien que reside y que quizá nació en un baserri junto a la cueva de Santimamiñe la emplea, no veo inapropiado seguir su ejemplo.
Creo equivocada la equivalencia euskera-castellano. Mejor euskera-romance (o vascuence-romance, así rima). Esto es, que hay lenguas vascuences y lenguas romances. En favor de esta vieja tesis mía aporto, entre otros, el caso de dos señoras (DEP) bilingües de Orozko que conocí. Cuando EITB comenzó a emitir en un euskera, se sintieron felices. Por fin podrían ver y escuchar programas en su otra lengua. Desilusión: no entendían gran cosa. Pero, para no desviarme, seguiré escribiendo aquí del ‘euskera’ o ‘vascuence’ en singular.
Duele el desdén con el que hablan de una de nuestras dos lenguas oficiales ciertos periodistas. También, leer los comentarios insultantes de no pocos suscriptores. Argumentar y ofender no son sinónimos. Que algunos ‘aprobetxategis’ se valgan del euskera para montarse chiringuitos pródigos en euros no debería dar pie a discursos preñados de rencor hacia cualquier manifestación favorable a la presencia del vascuence en el día a día.
La lengua materna es la segunda leche infantil. Injusto es menospreciarla. Hoy, para la mayoría es el castellano. ¿Hay problema con un idioma tan claro y el principal por ahora, con permiso del trumpismo, de las Américas? Cuando afloran quejas sobre la «imposición» del euskera deberíamos pensar que quienes sufren más discriminación son los euskaldunes de cuna. Y los euskaldunbarris, que asimismo no pueden hablarlo en muchos ámbitos.
En la enseñanza se está en el proceso inverso al del tiempo de nuestros padres o abuelos, según la edad que tengamos: entonces se hablaba euskera en bastantes casas y se aprendía castellano en la escuela. Hoy, la mayoría de la infancia habla castellano en el hogar y aprende euskera en la escuela. Pero no lo utiliza fuera de las aulas. Lo comprobamos cada vez que pasamos cerca de centros educativos: casi todos los niños y adolescentes hablan castellano en los recreos y en la calle. ¿Qué peligro hay para la lengua mayoritaria?
El euskera va a seguir ocupando un lugar secundario, a pesar de los esfuerzos que se realizan para su remonte. Incluso, siendo más modestos, para evitarle el destino del erronkariera (roncalés), difunto. La dinámica de las lenguas lleva a que las mayoritarias lo sean cada vez más, en detrimento de las minoritarias (o minorizadas). Para que el euskera no vaya zalditik astora, de mal en peor, se debe apoyar desde las instituciones y sentir como propio. La Cenicienta salió de la cocina para pasearse por las aulas, poco más. Sigue pálida. Necesita el sol de la plaza.
Reconociendo que el euskera parte con enorme desventaja frente al castellano, la sokatira en que se empeñan los maximalistas de una y otra lengua es, además de estéril, absurda: las dos son propias de aquí desde que tenemos noticia escrita, mil años (las inscripciones líticas vascónicas anteriores poco aportan). El idioma frágil se limita al País Vasconavarro. El fuerte permite viajar por España y desde California hasta Tierra de Fuego sin necesidad de hablar ningún otro. Son más los contrarios al euskera, pero es incorrecto escribir comentarios hirientes contra ambos, frutos ácidos de la ignorancia.