Carlos Herrera-ABC

  • La instrucción que habrá recibido del TC es la de «tú acúsales de ‘lawfare’, que ese es el camino para darte la razón»

Pumpido y sus Pumpidettes ya están engrasando la máquina. Digamos que es una máquina veloz, que funciona a la perfección y de una eficacia demoledora. Es la máquina de exonerar delitos a los amigos, de dar por válidos los deseos amnistiadores del sanchismo.

Para que esa maquinaria pueda ponerse en marcha hay que actuar de una debida manera, para que así se pueda ejercer el automatismo de una forma más efectiva. Es lo que hizo antes de ayer el FGE, o sea, Álvaro García Ortiz, en una teatral puesta en escena debidamente calculada. Su comparecencia ante el Supremo sumó todos los ingredientes necesarios para darle la excusa perfecta al Constitucional y que pueda, si así es necesario, revocar una decisión del más alto tribunal de la Justicia española. AGO renunció, de hecho, a defenderse. Recordando aquello no siempre cierto de que una buena defensa es un buen ataque, escenificó ante el juez un auténtico desafío y, en lugar de aclarar los hechos y buscar la explicación más favorable a sus intereses, se dedicó a hacer lo que los peores delincuentes: denunciar al juez, no responder a sus preguntas y acusarlo de acometer acciones predeterminadas, es decir, prevaricar. Una defensa política en toda regla.

Por lo demás, su lugarteniente, la fiscal encargada de apretar las tuercas a un imputado, renunció a preguntar, secundando sus afirmaciones, y solo el abogado del Estado, que es de todos, pero sobre todo suyo, pudo preguntar con cuestionario ensayado. Con todo, no lo tiene fácil: se da por seguro que acabará sentado en el banquillo de los acusados, tal vez a lo largo de este mismo año, y puede que cargue, incluso, con una acusación de obstrucción a la Justicia, ¡un fiscal general del Estado!

Pesan en su contra la declaración de la fiscal Almudena Lastra, la de su compañero Julián Salto, el borrado de su teléfono y lo que pueda recuperar la UCO si el programa israelí que maneja les funciona bien.

Si es condenado –y la condena por revelar secretos alcanza algún año de prisión–, AGO interpondrá un recurso ante el TC que a buen seguro ya está preparando con Gracita Pumpido. Todo por no dimitir o no haberle dejado que dimita –soy de los que cree que cuando uno quiere irse, o sea, dimitir, no hay fuerza que pueda impedirlo– y dedicar su preciado tiempo a ver cómo se libra del delito por el que se le investiga. La instrucción que habrá recibido del TC es la de «tú acúsales de ‘lawfare’, que ese es el camino para darte la razón». Dentro de la estrategia de deslegitimación de la Justicia que lleva a cabo este Gobierno mamarracho, el FGE puede convertirse en un nuevo símbolo, como ocurre en el caso de Begoña o del hermanito músico: una conspiración de jueces fachas persigue injustamente a todo lo que esté cerca de Su Sanchidad. Aun así, achantar al juez Hurtado no parece tan sencillo. Y tanto AGO como los demás pueden verse en futuros serios aprietos. También Sánchez, claro.