EL MUNDO 13/01/16 – VICTORIA PREGO
· Ya se empieza a ver con los hechos lo difícil, lo imposible que lo tiene Mariano Rajoy para sacar adelante su invitación a un gran acuerdo entre los tres partidos que defienden los principios básicos de la unidad nacional. Para empezar, le han birlado al presidente del Congreso. Y para seguir, la irritación exhibida ayer contra Pedro Sánchez por la pretensión del líder socialista de acceder a la Presidencia del Gobierno a base de pactar con todo el que le ofrezca su apoyo, demuestra que las posibilidades de atraer al PSOE al terreno del gran pacto con el PP y Ciudadanos son poco menos que inexistentes.
Y si eso es así, que lo es, tendremos que empezar a hacer foco en la combinación a la que aspira Sánchez para conseguir ser presidente. De entrada, su pretensión de obtener al mismo tiempo el voto de Ciudadanos y el de Podemos para su investidura, se antoja extraordinariamente difícil. Albert Rivera ha repetido que no tiene nada que compartir en términos políticos con Pablo Iglesias, de modo que o Sánchez busca los votos de unos o los de otros. Pero con ninguno de los dos tendría suficiente mayoría para ser investido porque el PSOE no tiene más que 90 escaños.
Si Podemos se aguanta con la negativa de los socialistas –por lo menos es lo que decían ayer– a permitir que los de Iglesias formen en la Cámara cuatro grupos parlamentarios y, a pesar de todo, se muestra dispuesto a pactar con Sánchez, el líder del PSOE tendrá que explicar primero por qué y con qué mandato acepta el apoyo de un partido que defiende la celebración de un referéndum, cosa que el último Comité Federal le prohibió expresamente. O, en su defecto, Podemos tendrá que decir que renuncia expresamente a su reclamación de ese referéndum, porque no pretenderá que, arrumbando el asunto a una esquina de la negociación y dejando de mencionarlo, los electores se traguen que esa exigencia ha desaparecido del proyecto.
Bien, pues suponiendo que todo se presentara favorablemente para los deseos de Sánchez, sumarían entre las dos formaciones, incluidas las sucursales de Podemos en Cataluña, Valencia y Galicia, un total de 159 escaños, menos que la suma de votos contrarios de PP y Ciudadanos. El líder del PSOE necesitaría, por lo tanto, seguir sumando apoyos. Dos más de IU, que ahora se llama Unidad Popular, lo que le daría 161 votos. Todavía insuficientes. Y ahí es donde entraríamos ya en el terreno de los partidos nacionalistas e independentistas. Sólo si consigue que el PNV, conservador, acepte compartir destino con la formación de Iglesias, sumaría 167 votos.
Con ellos podría aspirar a ser investido presidente siempre que los secesionistas de ERC y Convergència no votaran en contra, para lo cual tendrían que haber obtenido de Sánchez algún compromiso, cuyo contenido podemos suponer. Este sería, en definitiva, el mejor acuerdo de gobierno «progresista» que nos puede ofrecer el líder del PSOE. Porque las otras opciones son peores todavía.