Paloma Esteban, Juanma Rmero-El Confidencial
Ante la sospecha de que Urkullu y Feijóo coordinarán las convocatorias, el PSOE se dice preparado y el centro derecha se podría enfrentar a una complicada negociación exprés
El posible adelanto electoral en el País Vasco —y en Galicia, ya que ambas convocatorias coincidieron en 2009, 2012 y 2016— está agitando el tablero político. La fecha no es oficial, después de que el lendakari, Iñigo Urkullu, haya barajado cualquier opción a partir del 5 de abril. Urkullu vincula la convocatoria electoral al proceso interno que su formación, el PNV, en principio finalizará el 7 de marzo, aunque podría adelantarlo. Mientras en el PSOE se dicen preparados para las dos citas, el bloque del centro derecha empieza a ser consciente de que no hay tiempo que perder, en especial entre PP y Ciudadanos y una posible lista conjunta. Un adelanto electoral inminente y conjunto permitiría a Urkullu y Feijóo alejarse del debate catalán sin esperar a que Quim Torra decida la fecha de las catalanas.
Las alarmas en PP y Ciudadanos se dispararon con las noticias. Si se confirma el adelanto electoral, la propuesta de Inés Arrimadas de ir en una lista conjunta (abierta a otros sectores constitucionalistas y entidades de la sociedad civil) tendría que cerrarse de forma casi inminente. La ley electoral vasca establece en su artículo 49 que los partidos que conformen un pacto de coalición deben comunicarlo a la Junta Electoral en los 10 días siguientes a la convocatoria. Si Urkullu lanzara una fecha, el acuerdo (cabeza de cartel, la lista completa e incluso el nombre) tendría que cerrarse de forma exprés.
De ahí que el PP vasco también haya movido ficha en vista de la indecisión de la dirección nacional. Mientras que la candidatura de Alberto Núñez Feijóo está clara, la de Alfonso Alonso continúa en el aire. Pablo Casado, igual que su núcleo duro, ha sorteado las preguntas estos días para no decir si Alonso repetirá en la carrera a la Lehendakaritza. Como respuesta, este jueves por la tarde se reúne la junta directiva regional de forma extraordinaria para mandar un mensaje de unidad en torno a su líder y dejar claro a Génova que en las filas de Euskadi no ven otra posibilidad.
El siguiente paso será iniciar la negociación entre populares y naranjas. La propuesta de una lista constitucionalista común en las tres comunidades donde se celebran elecciones solo ha recibido una respuesta oficial desde el PP hasta ahora: esperar a que Ciudadanos concluya su congreso interno (15 de marzo) para que los interlocutores sean oficiales. Sin embargo, el adelanto electoral también alteraría esos plazos, dejando en manos de la gestora la decisión sobre las alianzas electorales.
Mientras que la candidatura de Núñez Feijóo está clara, la de Alfonso continúa en el aire: Casado ha sorteado las preguntas de si repetirá o no
De ahí que la portavoz parlamentaria se adelantara, extendiendo la propuesta de Cataluña a País Vasco y Galicia. «Es necesario un plan de contingencia», insistían fuentes del partido naranja. «El mundo no se para por nuestro congreso interno y debemos estar preparados», remataban. La formación naranja cuenta con que en las elecciones vascas y gallegas será el PP el que lidere la candidatura, igual que lo harán ellos en Cataluña. Aun así, son partidarios de apostar por candidatos de consenso y ven con buenos ojos la posibilidad de fichajes independientes que rearmen la lista transversal que proponen.
Maquinaria engrasada en el PSE
Los socialistas se dicen preparados para afrontar las dos competiciones electorales, que podrían ser inminentes. Para empezar, ya tienen elegidos desde hace meses a sus respectivos candidatos, los secretarios generales de sus federaciones: Idoia Mendia repetirá como aspirante a lendakari y Gonzalo Caballero se estrenará como cabeza de cartel para la Xunta. El PSE ya tiene el programa listo, a falta de que los órganos lo validen y aprueben las listas completas en los tres territorios. Y el PSdeG comenzó a elaborar su manifiesto electoral para las autonómicas en diciembre pasado, y ahora habrá de pasar por los órganos, al igual que las candidaturas de las cuatro provincias.
Las dos direcciones, igual que Ferraz, señalan que la maquinaria está engrasada para cuando la convocatoria de los comicios se haga formal. En la cúpula de Pedro Sánchez tienen contacto habitual con sus federaciones y son conscientes de que las elecciones en ambas comunidades podrían estar a la vuelta de la esquina. Los ‘inputs’ que reciben en Ferraz son que los dos presidentes quieren alejar sus procesos de las catalanas. «Ninguno quiere mezclarse con Cataluña, porque entonces lo absorbería todo. Si el PNV, que tiene más información directa que nosotros, por su relación con ERC y sobre todo con JxCAT, se va a abril o mayo, es porque sospecha o sabe que las catalanas podrían ser después», señalan en el aparato federal del PSOE. Si hay adelanto, Pedro Sánchez, como ha ocurrido antes, se volcará con sus barones (ambos muy fieles) y hará campaña activa a su favor.
Los socialistas, a diferencia de lo que ocurrió en 2016, cuando el batacazo en las dos urnas desencadenó la caída del líder, parten con buenas expectativas. En Euskadi, donde fueron cuarta fuerza, con solo nueve escaños, pretenden conseguir 12 y quedar claramente por encima del PP. En todo caso, el PSE podría continuar siendo el socio de gobierno de un PNV que se percibe imbatible. Además, según fuentes próximas a Mendia consultadas por este diario, al partido le beneficiaría que los comicios fuesen cuanto antes. En el entorno de la secretaria general, están convencidos de que Urkullu está coordinado con Feijóo para hacer coincidir los dos procesos electorales. Podemos está buscando extender los tripartitos a las tres comunidades.
El riesgo de Feijóo y la izquierda gallega
En cuanto a Galicia, el PSdeG fue cuarta fuerza en las anteriores autonómicas. Ahora, como recalcan en Ferraz, hay expectativas reales de que, sumando las mareas y el BNG, pueda arrebatar la Xunta a Feijóo. En las generales del 28-A, el PSOE se impuso en votos y escaños; tras las municipales de mayo, se hizo con el control de cinco de las siete principales ciudades gallegas, y en las legislativas del 10-N, perdió en sufragios pero empató en diputados con el PP. Si las izquierdas sumasen, volverían al poder después de la fallida experiencia del bipartito de PSdeG-BNG (2005-2009), liderado por Emilio Pérez Touriño.
El PSOE tiene elegidos a sus dos candidatos, Idoia Mendia en Euskadi y Gonzalo Caballero en Galicia. Faltan por aprobar listas y programas
Precisamente es esta posibilidad la que provocó que Arrimadas activara de inmediato su propuesta también en Galicia y Euskadi. Ciudadanos insiste en repetir que muchas encuestas sitúan a Feijóo a un solo escaño de perder la mayoría, de ahí, insisten, que sea necesario unir todo el centro derecha. El partido naranja sabe que Galicia se convertirá en el principal escollo de negociación con el PP. El presidente autonómico, avalado por su mayoría absoluta (la última que conservó el PP), entiende que su marca ya comprende «todo el constitucionalismo» en esa comunidad, y advierte de que no renunciará a las siglas populares.
Ciudadanos quiere un pacto global para las tres comunidades autónomas (una lista conjunta y una misma marca). Esa será la opción que pongan encima de la mesa, a sabiendas de que los populares podrían negarse en redondo en el caso gallego. Si así fuera, reconocen fuentes naranjas, podrían explorar una vía concreta para Galicia. Lo que está claro es que los socialistas aprovecharán el momento. La situación es muy distinta a la infausta noche del 25 de septiembre de 2016. Ahora, las tornas han cambiado y Sánchez es presidente de un Gobierno de coalición cuyo liderazgo es indiscutible en el partido. Los socialistas creen que pueden recuperar terreno en las dos comunidades e incluso arrebatar al PP su feudo más preciado, Galicia.