El sector de Anticapitalistas rompió con la línea oficial de Podemos apoyando expresamente la consulta unilateral anunciada por el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para el 1 de octubre.
Este alineamiento con una consulta ilegal y sin garantías quiebra el posicionamiento de la dirección de Podemos y proyecta una imagen de división y debilidad a las puertas de una de las intervenciones más relevantes de la carrera política de Pablo Iglesias.
Tras algunos bandazos y cambios, Podemos había rechazado la pasada semana respaldar la hoja de ruta de la Generalitat por considerarla «unilateral» y «no pactada». El propio Pablo Iglesias aseguró que «no es un referéndum aceptable» porque la vía Puigdemont carece de viabilidad, al no tener garantías de que se vaya a cumplir el resultado del referéndum ni respaldo internacional.
Ahora, una parte de Podemos se rebela en el momento más inoportuno, cuando Iglesias se la juega en la moción de censura que ha presentado contra Rajoy. El líder de Podemos ha estado trabajando para cambiar su registro en la tribuna de oradores del Congreso y presentarse hoy como un «estadista» y una persona «presidenciable». Pero una vez más la cuestión catalana, que es un dolor de cabeza perpetuo para Iglesias, ha asomado para mostrar las diferencias internas en Podemos.
Asimismo, la posición de Anticapitalistas ofrece artillería a los rivales políticos del partido morado para poner en cuestión las «soluciones» al problema catalán que hoy ofrecerá Iglesias durante su discurso como candidato a la Presidencia del Gobierno, o para poner en duda su defensa de la legalidad en España por el apoyo de una parte de su partido a una consulta ilegal. «Las leyes no están por encima de la democracia», justifica Anticapitalistas.
El sector de Anticapitalistas, que lidera el eurodiputado Miguel Urbán, es la tercera familia más numerosa de Podemos y tiene miembros permanentes en la Ejecutiva y el Consejo Ciudadano.
En el congreso de Vistalegre II obtuvo un resultado del 13,1% de los votos, pero su influencia es clave en territorios importantes como Cataluña –cuyo secretario general, Albano Dante Fachin, pertenece a esta corriente– o Andalucía, donde cuenta con la líder, Teresa Rodríguez.
De ahí que fuentes de los comunes, el partido de Ada Colau, señalaran ayer que el comunicado de Anticapitalistas para fijar posición en este momento era para «dar oxígeno» al líder de Podemos Cataluña, en un momento en el que está defendiendo diferencias con Madrid, al plantear que el partido tiene que estar en el referéndum unilateral de Puigdemont y llamar a la participación entendiéndolo como una «movilización popular» y «legítima». Todo esto difiere de lo que dice Madrid, que de momento calla cuando se le pregunta si llamará a votar el 1 de octubre.
Podemos comparte la necesidad de convocar un referéndum de autodeterminación en Cataluña, pero bajo una serie de condiciones: que sea pactado entre la Generalitat y el Estado, que sea vinculante jurídicamente, que tenga garantías democráticas y que cuente con el reconocimiento internacional. Ni una sola de estas cuestiones se cumple en la vía Puigdemont.
El problema para Podemos ha surgido en el momento en el que ha tenido que tomar posición sobre un escenario distinto. Aquí se diluye el consenso. La dirección estatal, ayer por boca de su número dos, Pablo Echenique, incide en que la hoja de ruta de Puigdemont «no va a solucionar el problema». «Respetamos que la gente se movilice y quiera votar, porque es una demanda legítima, pero una consulta que no es vinculante y está organizada por un sector muy concreto, que es el sector independentista, tiene desventajas», dijo.
Casi en paralelo, Anticapitalistas se desmarcaba de la línea oficial: «Apoyamos el referéndum del 1 de octubre y llamamos a toda la izquierda del Estado español a organizar la solidaridad con los derechos democráticos del pueblo catalán».
Llama a «tender puentes» entre las «clases populares» para hacer frente «a la clase dominante» y pone en valor el referéndum «desobediente» en Cataluña porque «contribuiría sin duda a acelerar el proceso destituyente en el resto del Estado español, contribuyendo a profundizar la democracia y a debilitar al régimen del 78».
Fuentes de Anticapitalistas trataban ayer de sofocar la controversia negando una «contradicción» con la línea oficialista y desvinculaban el pronunciamiento de la moción de censura. Ni como «gesto» hacia ERC ni como presión a Iglesias.
En mitad de esta discusión y confusión está Podemos Cataluña, que en su tránsito por marcar perfil propio respecto al partido de Colau –al que todavía no se ha unido– camina errante con gestos hacia los independentistas y bajo los argumentos anteriormente mencionados. No obstante, Fachin decidió someter a debate entre sus bases cuál debería ser la postura definitiva ante la cita del 1 de octubre.
Ofreció tres escenarios: «desentenderse» de la consulta por no ser vinculante ni legal, participar entendiéndola como «un acto de movilización cívica y de empoderamiento social» o, el extremo, participar y considerar vinculante el resultado.
Fachin defiende el segundo escenario, pero el resultado del debate en los círculos no se conocerá hasta el miércoles, para no interferir en la moción de censura de hoy.
El pronunciamiento de Anticapitalistas dio para más. El ala izquierdista de Podemos secundó la acusación de «Gobierno autoritario» expresada el domingo por Josep Guardiola e incidió en ella. «La posición visceralmente antidemocrática del bloque constitucional español sólo refleja los límites de la propia Constitución y la incapacidad de este bloque de organizar el Estado mediante el consenso, recurriendo así a métodos cada vez más autoritarios».
Asimismo, se acusa directamente a PP, PSOE y Ciudadanos de practicar el «fundamentalismo constitucional» y de «cerrar filas en torno a un Gobierno autoritario» y «corrupto». Por su parte, Pablo Echenique manifestó que «el PP es autoritario, pero España no».