Del Blog de Santiago González
Habíamos quedado en que tocaba hablar de Pablo, el alter ego de Pedro, lo que viene al caso después de que la vicepresidenta primera haya sido hospitalizada por una “infección respiratoria”. No hubo manera de que el cancerbero Oliver dejase pasar una pregunta sobre si ya se conocían los resultados del test hecho el domingo a Carmen Calvo y el asunto tendría su aquel en el caso de que Pedro acabe dando positivo, como su mujer, su suegro y su madre. Imagine, presidente, que corre el escalafón y su vicepresidente avanza y ejerce las prerrogativas sustitutorias.
Pablo es un aspirante correoso que no atiende a cuarentenas, como ha demostrado tres veces, desde que su novia diera positivo en el control. La última vez colándose en una rueda de prensa que no le correspondía, gracias a la inanidad de su ministro Illa, que aprovecha cuanta ocasión se le presenta para demostrar que de sanidad no sabe nada.
Hay que recordar el mitin del número 3 el día de San José, para explicarse la comparecencia-mitin del número uno el sábado por la noche. El marqués combinó con gracia y armonía la demagogia y la estupidez. Destacaré solo dos detalles: cuando se manifestó ‘enormemente emocionado’ por el hecho de que una de las prioridades de la ministra de Defensa fuese la atención a las personas sin hogar. No hay que fiarse de las emociones de este tipo. Él se emocionaba oyendo discursos de Chávez o viendo a sus encapuchados patear a un policía caído ante el Congreso o exaltando las virtudes políticas del dolor: “Debemos politizar el dolor, que el dolor se transforme en propuestas para cambiar la realidad”, dictaminó hace tres años y medio.
Dijo alguna necedad más: “Esta es una guerra que no distingue de territorios pero desafortunadamente sí de clase social”. Solo hay que echar un vistazo al listado de bajas: el marqués de Griñón, el presidente del Banco Santander en Portugal, António Vieira; el empresario y ex presidente del Real Madrid, Lorenzo Sanz y entre los infectados ilustres, a título de ejemplo, Fernando Ramírez de Haro y Esperanza Aguirre, condes de Murillo y de Bornos, Alberto de Mónaco, Carlos de Habsburgo Lorena en Austria, el obispo de Palencia, Dolores de Cospedal y su marido, Ignacio López del Hierro, y last, but not least, la excelentísima marquesa de Galapagar. Los pobres son suyos, su peana para auparse al poder, la invocación de Vallecas para instalarse en Galapagar. Ojo, presidente, con lo que nos puede dejar al cuidado del gallinero. Gerhard Schroeder prefirió dejar gobernar a Angela Merkel que pactar con Oskar Lafontaine. Pero él era de otra pasta.
En Sopa de Ganso, Rufus T. Firefly preside un Consejo de Ministros y pide a sus ministros que expongan asuntos pendientes. Uno de ellos pide hablar sobre los aranceles. “Siéntese”, conmina Groucho. “Ese es un asunto nuevo”, para decir a continuación: “Bueno, si no hay asuntos antiguos, pasemos a los asuntos nuevos”. Y cuando vuelve a levantarse el de los aranceles, le reprocha: “Ese ya es un asunto antiguo”. En Sánchez todo son temas antiguos: el plagio de su tesis, la falsedad de su currículum, el sueldo y el trabajo de su mujer, el uso del Falcon, etc. Él aspira a declarar asunto antiguo incluso su gestión del coronavirus.