Nadie puede cuestionar la decidida apuesta por la investigación y la ciencia que ha hecho Sánchez. Si usted no pertenece a la fachoesfera deberá admitir que mi primo ha logrado invenciones notabilísimas que el mundo no le agradece más porque, además de fascismo, lo que hay es mucha envidia. Primero consiguió resucitar lo muerto políticamente devolviéndolo a la vida. ¡Y que vida señores, que vida! Y ahí lo tienen: el Gobierno Frankenstein, que dejó muda a Europa y tosiendo a Estados Unidos, permitió gracias a este benemérito científico permitió resucitar a partidos insepultos o en proceso terminal, dándoles de nuevo fuerza, vigor y hasta ministerios. Si luego las gentes, de natural asustadizas cual lepórido ante un Barreiros, han salido a las calles gritando “¡Matar al monstruo!” es cosa de la ignorancia de la plebe que ni lee Lopaís ni ve la sexta ni nada de nada.
Nadie puede cuestionar la decidida apuesta por la investigación y la ciencia que ha hecho Sánchez
No se detuvo aquí esa floresta española de apotegmas que es nuestro presidente inventor. Su caletre le pedía más y más cosas hizo. Para no aburrir a la audiencia – el compendio total de su obra ya se conocerá cuando le den el Premio Nobel de lo que sea – sepan que, entre otros prodigios, de los laboratorios de Moncloa surgió la conocidísima Pedritina Retard, formidable somnífero que permite roncar a placer aunque hayas pactado con Podemos. Lo hay en tabletas y también en supositorios, para los muy aficionados.
Pero no estando satisfecho con tamaño hallazgo, fruto de su cerebro futurista surgió potente cual aurresku en onguietorri el Bilduetarrin en pastillas disolventes, fármaco que previene, evita y conjura todo tipo de digestiones difíciles, regurgitamientos y ardor estomacal, como el que puede producir en alguien que tenga un mínimo de estómago los pactos en Navarra. También está indicado en casos de aerofagia parlamentaria. Patxi López lo usa con gran alivio. Y ustedes se preguntarán, oh amado pueblo español, ¿quedose ahí la capacidad de Sánchez para estrujarse el magín y dar al mundo inventos y más inventos? ¡No y mil veces no! Lo último que ha pergeñado el feracísimo ingenio de este noble y desinteresado prócer de la ciencia política es un aparato que debería ser declarado ya mismo de utilidad pública: el amnistiómetro. Trátase de una caja de zapatos cualesquiera provista, eso sí, de un diferencial autonómico que va unido por una serie de sentencias a unas bujías que alimentan un generador de 155 amperios, con perdón y ustedes disimulen. Conectada la caja a una corriente interna separatista, se aplica la energía que del portentoso invento se desprende a unos pistones mediáticos que machaquen a la opinión pública y tan solo queda que los que pretenden ser amnistiados pulsen el botón del sí a Sánchez, que a tal efecto se sitúa en el buje de la estría del astrágalo. Justo al lado de Marijesú Montero, vamos, que no tiene pérdida.
De los laboratorios de Moncloa surgió la conocidísima Pedritina Retard, formidable somnífero que permite roncar a placer aunque hayas pactado con Podemos
¿Hay acaso algo mejor que este invento? ¿No deja en mantillas al ciclotrón, el magnetoimán, el reactor nuclear, la lima de uñas para pescadillas o los calzoncillos para amnésicos? Claro que sí, señoras y señores, por lo tanto gritemos todos juntos, más bien Junts, ¡loor y más loor al ínclito científico, al sabio, al innovador, al émulo del mítico profesor Franz de Copenhague, el de los inventos del TBO! Viva Sánchez, vivan sus inventos, vivan sus pactos y gobierno, y vivan si puede ser lo más lejos posible, que aquí ya cansan. (Artículo patrocinado por Laboratorios Very Morrow, sucesores de Monsieur Lepetomane, Marsella, varios premios)