Jesús María Zuloaga, LA RAZÓN, 9/4/12
Los separatistas vascos que ayer, una vez más, celebraron su fiesta de exaltación patriótica, son bastante cazurros. Les valen casi todas las acepciones que nuestra Real Academia de la Lengua da a esta palabra: malicioso; tosco; basto; zafio; y, sobre todo, torpe y lento en comprender. Se le llame «proceso», democrático o no; normalización; tiempo nuevo (cómo le gusta esto al lendakari Patxi López, que es socialista, pero a veces…); diálogo resolutivo, etcétera, de lo que se trata es que el Estado español (el «enemigo», hasta hace tres días) ceda, se cargue la Constitución y la unidad de España en ella consagrada, y les dé a los separatistas su Euskadi, o Euskal Herria, como la llaman los proetarras. Ellos no están dispuestos a cambiar. Somos nosotros los que tenemos que hacerlo y, de paso, cargarnos siglos de historia de una nación, España, con un gran futuro, pese a las dificultades económicas por las que atravesamos. El terrorismo (¿pero ha habido terrorismo?) debe ser olvidado, porque era una contribución para lograr el objetivo final. Los presos, víctimas de la opresión española, han de ser puestos en libertad con todos los honores. Las víctimas y sus asociaciones, olvidadas, que bastante han dado la lata. Mientras, ellos se preparan para pasarnos las cuentas en una fantasmagórica «comisión de la verdad», ante la que deberemos comparecer todos los que nos hemos opuesto al separatismo. Si alguien no se lo cree, que lea los artículos que se han publicado en «Gara» y la pregunta que ha presentado Amaiur sobre los jueces y fiscales que trabajaron, hasta 1977, aplicando la legislación que había entonces. Nombres, sentencias… lo quieren saber todo y, al tratarse de estos individuos… la Transición no les concierne. LA RAZÓN publicó, a lo largo del año pasado, los documentos que conformaban el «cronograma» del «proceso», que se han cumplido hasta que el PP ha ganado las elecciones. Incluían la «fagocitación» de Amaiur, a la que le quedan tres telediarios. Ante los maliciosos, bastos, torpes y zafios, sólo cabe la inteligencia y, sobre todo, la firmeza.
Jesús María Zuloaga, LA RAZÓN, 9/4/12