Paloma Esteban-El Confidencial
- El debate interno y las dudas que suscita el futuro del partido ponen negro sobre blanco el reto que tiene por delante Arrimadas: consolidar un espacio propio para superar la debacle
Un total de 13 meses después de la marcha de Albert Rivera del partido y cerca de cumplirse un año con Inés Arrimadas al frente, la formación naranja —que llegó a convertirse en tercera fuerza política con 57 diputados— sigue en un proceso de reconstrucción interno y en busca de mantener su autonomía como proyecto político. La llegada de la pandemia dio un vuelco absoluto al tablero y aceleró algunos cambios que la nueva dirección naranja tenía previstos: ocupar un espacio de centro, lejos de la ambición del sorpaso al PP y abriéndose a llegar a acuerdos a izquierda y derecha.
La hoja de ruta en el Congreso quedó fijada con el apoyo a todas las prórrogas del estado de alarma (diferenciándose de PP y Vox, pero también siendo un partido clave frente a los bandazos de ERC en las votaciones) y se acentuó con la pretensión de querer pactar los Presupuestos Generales de 2021 con el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos para ahuyentar a los independentistas catalanes y a Bildu. Al final, la vía exitosa fue la de las formaciones de la izquierda.
2021 se presenta como un año clave para vislumbrar el futuro que tendrá el partido naranja. Fuentes del entorno de Arrimadas confirman a este diario que la presidenta está decidida a mantener la autonomía del proyecto. Su aspiración, insisten, “no es tener más de 50 escaños” como lo era hace meses para el expresidente del partido. “Tenemos que saber cuál es nuestro lugar. Somos el centro y una fuerza similar a la que existe en Europa con el partido liberal. Sabemos que nuestro espacio es el que es y dependiendo de las circunstancias, creceremos más o menos”, zanjan, reconociendo un cambio de prioridades y rumbo en el nuevo partido que también ha levantado muchas ampollas internamente. Además del goteo de bajas en la militancia de exdirigentes clave, recientemente la portavoz en el Senado y excandidata naranja a la Generalitat, Lorena Roldán, confirmaba su salto a las filas del PP.En la cúpula, son conscientes de que la última vía de supervivencia como un partido autónomo es ocupar esa posición centrista, “que a veces tendrá 17 escaños y que en un momento de crecimiento podrá tener 25”. Así está escrito sobre el papel, pero el cumplimiento de esa ambición dependerá mucho del contexto. Por ahora, las encuestas coinciden en una mejora de la tendencia y ningún sondeo apunta a un hundimiento definitivo del partido. La más conservadora (GAD3) situaba Ciudadanos cuatro puntos por encima del resultado obtenido en las últimas generales (por encima del 7%), y la más optimista, el CIS de diciembre, situaba el crecimiento en el 10,5% (pisándole los talones a Podemos).
En la ejecutiva nacional, creen que la estrategia negociadora de política útil va calando poco a poco y consideran un éxito haber podido retratar a Pedro Sánchez decantándose por ERC y Bildu para sacar adelante las cuentas públicas. “Hemos demostrado que los eligió a ellos porque quiso. Tenía otra opción. Si no hubiéramos negociado, como el resto de la oposición, no habría quedado claro”, repiten.
El PP, al acecho
Mientras Arrimadas lucha por esa autonomía, el PP sigue teniendo como objetivo absorber el partido naranja en su proyecto de reunificación del centro derecha. Los populares insisten en que mientras ese espectro ideológico esté dividido, la izquierda seguirá ganando elecciones. Y los naranjas entienden que mientras los populares descuiden el grueso de votantes a su derecha, Vox seguirá a pleno rendimiento. “Es incompatible el giro al centro del PP con su intención de recuperar a todos sus votantes. La mayoría se han ido a Vox”, analizan en el entorno de Arrimadas, insistiendo en diferenciar los dos proyectos.
El golpe de efecto del PP catalán, fichando a una dirigente de la ejecutiva naranja, Lorena Roldán, ha dado un nuevo vuelco al tablero. La cuestión es qué ocurrirá cuando empiece el ciclo electoral, comenzando por las catalanas del 14 de febrero y en las posteriores convocatorias a las urnas. En el partido naranja, hay dudas al respecto. Aunque la mayoría defiende la autonomía del partido, hay dirigentes que reconocen que será difícil sumar frente a la izquierda. De ahí que sobrevuele la idea de algunas coaliciones electorales, especialmente en los territorios donde pueda ser determinante.
«La mayoría defiende la autonomía. Hay dirigentes que ven difícil sumar por separado»
El primero en abrir la puerta a “valorar todas las opciones” cuando llegue el momento fue el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín. Precisamente, será la comunidad por la que arranque el nuevo periodo electoral en 2022. Poco después de esas declaraciones, fue Arrimadas la que desautorizó al dirigente andaluz dejando claro que “no era una opción ir juntos”, al ser dos partidos diferentes y sin amenazas nacionalistas en esa comunidad que pudieran justificar una lista conjunta. Se cerraba el paso, a pesar de que no es el único territorio que tiene en mente esta posibilidad.
Incluso de cara a las generales, hay dirigentes que siguen contemplando una unión para escenificar la alternativa a Sánchez, insistiendo en que volvería a gobernar con Podemos y el apoyo de los nacionalistas. Entre los dirigentes más cercanos a la presidenta, sin embargo, piden prudencia, confiados en que las costuras del Gobierno de coalición podrían terminar rompiéndose de manera irremediable y convencidos de que un partido de centro “no puede cerrarse ninguna puerta”. El mensaje electoral de Ciudadanos es complicado por lo difuso: convencer a los electores de que imperarán la política útil y el interés general independientemente de quién sea el partido mayoritario.
«El debate interno pone negro sobre blanco el reto que tiene por delante Arrimadas»
Y mientras en comunidades como Andalucía se abren a valorar listas conjuntas, en la de Madrid ocurre algo completamente distinto. El equipo de Ignacio Aguado descarta esa opción y está alineado con la corriente más reacia a cualquier coalición preelectoral con el PP. Insisten en que los gobiernos funcionan bien porque se complementan y que el nicho de votantes de Ciudadanos existe precisamente porque los electores ya no confían en la marca del PP. “Es impensable concurrir juntos a unas elecciones”, insisten desde su núcleo duro. En el ayuntamiento de la capital, las circunstancias son otras y la suma de PP y Ciudadanos funciona mejor.
El debate interno y las dudas que suscita el futuro del partido ponen negro sobre blanco el reto que tiene por delante Arrimadas. Convencer de ese proyecto autónomo y salvar un espacio de centro para su partido sellando el porcentaje de 7-10% de los votos. Esa es la meta. Y fuentes de la cúpula insisten en que lo verdaderamente importante es consolidar una posición propia y superar la debacle de noviembre de 2019 “ocurra lo que ocurra”, señalando que si finalmente hubiera alguna posible coalición electoral, Ciudadanos debe mantener una posición fuerte en cualquiera de los escenarios.