Braulio Gómez-El Correo

El año termina con la gran ola de Bildu del último ciclo electoral en la orilla. La generación de una alternativa viable por primera vez en la última década les permitió convertirse en referente de los que estaban hartos de la duración del Partido Nacionalista Vasco en el poder. El nuevo Gobierno vasco ha recuperado la iniciativa política este año y el contexto político no ha ayudado para alargar la duración de su ola. Los temas que han dominado la agenda pública vasca no le han sido favorables, la antipatía creciente hacia el Gobierno progresista español dejó sin rentabilidad su protagonismo en la política sociales y mientras el liderazgo del lehendakari se consolidaba no aparece claro quien será el referente de EH Bildu en el próximo ciclo electoral.

EH Bildu no ha podido liderar este año ninguno de los temas que han dominado la agenda pública vasca, en los que se ha visto claramente que la iniciativa provenía del Ejecutivo vasco. Primero fue el pacto por la sanidad, luego vino la seguridad y al final del año se suman la intervención del gobierno en la política industrial y la nueva ley de vivienda. La iniciativa del Gabinete Pradales a través del nuevo consejero de Salud no dejó huecos para el desgaste político a costa de posibles alternativas para mejorar la atención sanitaria. Por otro lado, la seguridad ha dominado la agenda desde el verano y los matices y la ambigüedad de EH Bildu con los comportamientos violentos en el espacio público han ido contracorriente de una sociedad que demanda autoridad y seguridad en la era de la inseguridad extrema. La defensa de la industria y la presencia del Gobierno vasco en iniciativas vinculadas al arraigo y a la salvación de empresas referentes del territorio han eclipsado otro de los temas centrales del programa electoral de EH Bildu. La Ley de Vivienda aprobada esta semana es el último ejemplo en el que tampoco ha quedado claro cuál es el modelo alternativo.

Por otro lado, los vientos de España ya no son favorables como lo fueron en el último ciclo electoral. Este fenómeno es nuevo en EH Bildu y valdría la pena estudiarlo con más detalle. Tradicionalmente eran el PSE y el Partido Popular vasco los que veían cómo su suerte dependía en buena manera de la calidad de las cartas con las que su partido actuaba en la política española.

La institucionalización de EH Bildu como aliado del Gobierno progresista ayudó al partido a mejorar su imagen como partido responsable y de orden sistémico. Este año la institucionalización con un Ejecutivo bajo sospecha continúa puede tener el efecto contrario.

La evolución de EH Bildu como alternativa de Gobierno dependerá de cómo vaya la política española, de los cambios en sus liderazgos o de que aparezcan temas en la agenda vasca dónde vuelva a tener la iniciativa que ha perdido el último año frente al Gobierno del lehendakari Pradales.