El Anschluss como prólogo

HERMANN TERTSCH, ABC 21/03/14

· Ahora la máxima prioridad está en salvar Ucrania para la libertad, en las fronteras que le quedan.

Esto de Vladimiro sí que es dominar los tiempos, don Mariano, no lo que le atribuyen por ahí a Ud., caro presidente, sus más entusiastas panegiristas! En veinte días ha fagocitado la parte más jugosa y apetecida de un país vecino cuyas fronteras internacionales había reconocido en tratados bilaterales y multilaterales. Y a los demás no les ha dado tiempo ni a enfadarse.

Cuando sus funcionarios en Bruselas, París o Berlín y Washington les pasaban a sus respectivos gobiernos las primeras propuestas para hipotéticas medidas de advertencia, ya no había nada que advertir. El Anschluss se había consumado. Con pompa zarista y un tenebroso discurso nacionalista panruso, con los aplausos rítmicos de antiguos congresos soviéticos, había quedado firmado en el Kremlin el «retorno al imperio» de Crimea.

Así lo han llamado. Así se llamó antes. Exactamente igual. «Heim ins Reich» (retorno al imperio) lo llamaban las huestes que hace 76 años celebraban con la llegada de la Wehrmacht, su retorno a la Gran Alemania, en Austria primero y los Sudetes después. Como entonces, no va a pasar nada. Quizá lo más divertido de este drama europeo de estos días es ver cómo en las últimas 72 horas se despliega una inmensa operación propagandística en Europa occidental para convencernos de que a Vladímir Putin le vendrían bien las sanciones.

Y que por eso la mejor heroicidad y prueba de la firmeza europea es castigar a Putin, implacable pero hábilmente, escamoteándole las sanciones que tanto desea. Nadie intente escandalizarse ante todo esto y exigir mayores sanciones para la más brutal violación del derecho internacional en Europa desde Hitler, porque le llamarán agresivo, nostálgico de la Guerra Fría y hasta belicista. El mensaje hoy ya es que no hay que crispar. La agenda ya ha cambiado en todas las capitales europeas. La anexión es irreversible. Y se sobreentiende. Es un hecho que Rusia ha arrebatado Crimea a Ucrania para siempre, que es el futuro previsible.

El propio Gobierno de Ucrania lo ha reconocido. Y le honra que haya evitado todo inútil derramamiento de sangre. Si el Gobierno de Kiev estuviera compuesto por esos nazis dementes, como dice el Kremlin y asegura tanto ucraniólogo español como ha surgido, habrían buscado los muertos propios para el martirologio, para la épica. No ha sido así. Las caricaturas difamadoras sobre el Gobierno de Kiev han tenido fortuna. Pero son solo eso.

Pretender que el Gobierno de Kiev está compuesto por una tropa de nazis es como asegurar que la Transición española la protagonizaron Milans del Bosch y la ORT. Ahora la máxima prioridad está en salvar Ucrania para la libertad, en las fronteras que le quedan. Veremos cómo acaba esta aventura imperial de Putin, porque ha habido otras en Europa que empezaron con la misma contundencia y que años o décadas después acabaron mal para quienes las habían iniciado. Rusia es una potencia nuclear y militar.

Pero también un país subdesarrollado, nuevo rico por las materias primas y solo por ellas. Quince años bajo Putin no han cambiado ni ese subdesarrollo ni el dramático deterioro social de una población en contracción y con una rápida caída de la esperanza de vida. Con el programa de nacionalismo panruso y lucha contra el quintacolumnismo expuesto en el Kremlin, Rusia será un estado temible. Pero difícilmente un estado próspero. Y su agresividad hacia dentro y fuera queda predeterminada. De ahí que es más cierto que nunca que, si la sociedad abierta, la comunidad occidental en la OTAN, no pone ahora claras líneas rojas con una amenaza disuasoria creíble que hoy es inexistente, Crimea será solo el prólogo de un inmenso drama paneuropeo.

HERMANN TERTSCH, ABC 21/03/14