Javier Caraballo-El Confidencial
A Esquerra Republicana le molesta enormemente que la ciudadanía pueda mostrarse agradecida con las Fuerzas Armadas españolas
El Senado, tan desatendido, ofrece en ocasiones algunas sesiones memorables. En el pleno de hace unos días, de la última sesión de control al Gobierno, un senador de Esquerra Republicana dio lo mejor de sí mismo para convertir aquello en una parodia magnífica del belicismo: bien interpretada, nada que envidiar a lo que hubiera preparado un guionista de monólogos del Club de la Comedia para imitar al tonto del antimilitarismo. No le faltó ni un solo tópico sobre los militares. “No le debemos nada ni a este ejército ni a ningún otro ejercito del mundo”, dijo el hombre, con total desahogo, como si la historia de la humanidad y las grandes conquistas de la civilización se hubieran logrado jugando al parchís. ¿No fue Lenin el que dijo que “la única garantía posible de democracia es un fusil en el hombro de cada obrero”? Pues ni eso debe saber. A ver, advertencia previa: que no, que no se trata de cuestionar el dinero que se emplea en la actualidad en todo el mundo en gasto militar; que no, que esa utopía siempre será irrenunciable, pero no es de eso de lo que hablamos. Cuando los romanos decían aquello de ‘si quieres la paz, prepárate para la guerra’ (‘si vis pacem para bellum’), asentaron una máxima que el paso de los siglos no ha alterado porque el comportamiento humano no ha variado. Nadie en sus cabales dudaría entre hacer el amor o hacer la guerra, pero, por desgracia, esa elección solo sirve para las pintadas.
Pero es que, además, la razón principal por la que Esquerra Republicana insiste en estos días en zurrar al Ejército es porque lo que les molesta enormemente es que la ciudadanía pueda mostrarse agradecida con las Fuerzas Armadas españolas. Ese es el problema de fondo, que entre sus objetivos de demolición del Estado español consideran una pieza fundamental el ejército, como todo aquello que es común y está recogido en la Constitución. Volvamos a la crónica de un día en el Senado. El senador interpelante era Bernat Picornell (San Cugat, 1989), que ya fue el senador más joven en la legislatura de 2016. En su despacho, colocó su estelada independentista y cuando le preguntan en las entrevistas dice que sus dos referencias políticas son Francesc Macià y Lluís Companys; igual fue, incluso, de los independentistas que firmaron en 2010 una petición para que el papa Benedicto XVI elevara a los altares a Companys, siervo de Dios y santo catalán. La cosa se quedó ahí, no coló en el Vaticano.
Con casi 40.000 muertos en España, más de 11.000 en Cataluña, la preocupación del joven senador Picornell es la participación del Ejército en las labores de ayuda para combatir la expansión del coronavirus. A su juicio, “se ha dado una imagen bélica ante la pandemia que estamos padeciendo y nosotros rechazamos que se ponga esa imagen bélica al lado del dolor de tanta gente”. Incluso llegó a decir, a afirmar, que “no tiene sentido que un paracaidista desinfecte un centro con una metralleta colgada en la espalda” ¿Ha ocurrido eso en España? ¿Alguien ha visto esa imagen? Según este senador, sí, porque de lo que se trata es de utilizar la pandemia para “un lavado de cara del ejército”. Para ilustrar sus críticas, y esto es lo más interesante, el joven senador independentista realizó una comparación entre los gastos militares, contemplados en su globalidad, y los gastos propios de esta pandemia. La equivalencia la ha hecho un instituto catalán (Centro de Estudios por la Paz JM Delàs): “La compra de un avión F53 equivale a 3.244 camas de hospital, y una hora de vuelo de este avión equivale a un salario bruto anual de un enfermero o enfermera”. Qué debate tan interesante, las comparaciones del gasto de dinero público… ¿A cuántos hospitales equivaldrá el gasto empleado en el ‘procés’ en todos estos años? Si había cálculos de que la Generalitat ha dedicado a todo el entramado, público y privado, vinculado a la hoja de ruta del independentismo en torno a 800 millones de euros al año, ya nos podemos hacer una idea. Como con el suelo bruto del personal de enfermería, que también podría compararse con el suelo bruto del presidente de la Generalitat, que es un 78% más elevado (145.471 euros) que el del presidente del Gobierno de España. “El disparo de un tanque equivale a 70 test para el covid-19”, dice el senador de Esquerra. ¿Y a cuánto equivalen las dietas por desplazamiento de los senadores, que se han mantenido, aunque no se hayan desplazado a ninguna parte?
A veces, en estos días de confinamiento, uno se ha preguntado si después de este zarandeo de la humanidad, este ataque brutal de un organismo microscópico, como el covid-19, la algarada catalana podría estabilizarse. Si podía ser posible que todo esto nos sirviera para centrarnos en los problemas reales de la gente e intentar resolverlos con los recursos que tenemos, que son muchos, sin que un prestidigitador embobe al personal con Jaujas que no existen. Podría haber calado este zarandeo sobre todo en una comunidad como Cataluña, por ejemplo, que mientras dedicaba sus mayores recursos a la financiación del ‘procés’, iba recortando presupuesto en otros sectores, como la Sanidad pública, hasta convertirse, junto con Madrid, en las dos comunidades autónomas que están a la cabeza de la privatización de centros sanitarios, según el último informe conocido, el pasado año, de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública. ¿Servirá de algo el zarandeo de esta pandemia de coronavirus para entender que Cataluña ya tiene autogobierno, el mayor de toda su historia, y que los problemas actuales se deben a sus dirigentes; que la promesa de independencia es una burda excusa para no asumir responsabilidades y poder culpar siempre al otro? No, está visto que no. Dale, Bernat.