Parecía el año pasado que Zapatero había dado con una fórmula original en el diálogo con ETA: la discreción sin opacidad, y sin pagar precio político. Pero tuvo que recoger velas al ver que corría demasiado riesgo estando expuesto todo el tiempo. Y llega el silencio impuesto mientras se intercambian contactos y documentos.
Lo malo que tiene el ‘apagón’ informativo en torno al proceso de negociación con ETA es que las palabras pronunciadas para contrarrestar el secuestro de datos, adquieren mayor dimensión de la debida. Parece una contradicción pero cuando los mismos que provocaron el ‘calentón’ en torno al proceso del fin del terrorismo vuelven sobre sus pasos para intentar enfriarlo, se disparan las conjeturas. Resulta inevitable. Es lo que ha venido a llamar recientemente el ex rector Manu Montero «guirigays mediáticos».
Pero si el presidente Rodríguez Zapatero se da un plazo de un año para que el proceso arroje resultados decisivos y, sin embargo, Batasuna dice que esto ya no hay quien lo pare, mientras desde el PNV Josu Jon Imaz se lanza con su propio plazo sobre un nuevo estatuto (en su caso, dos años) parece lógico pensar que aquí todavía no hay orquesta. Y no porque el director se haya ido a veranear a La Mareta, sino porque no está claro quién dirige esta función. Parecía el año pasado que Zapatero había dado con la fórmula que ningún otro presidente anterior había logrado encontrar cuando se trata de abrir un diálogo con ETA. A saber: la discreción sin opacidad. Y para hacer el triple salto mortal: sin pagar precio político. Se creyó que había descubierto el océano. Pero tuvo que recoger velas al ver que corría demasiado riesgo estando expuesto todo el tiempo. Y llega el silencio impuesto mientras se intercambian contactos y documentos.
Pero quien no calla es Batasuna que sigue manejando con su acostumbrada destreza la utilización de los medios. Otegi habla sin descanso y reparte las partituras para la puesta en marcha de la mesa extraparlamentaria porque él es quién dice cuándo y cómo de la creación del foro que él mismo exigió a Juan José Ibarretxe horas antes de la sesión de investidura del lehendakari. Y Barrena abunda en dar una vuelta de tuerca a la presión. Con todos los esfuerzos que ha hecho Patxi López y le paga con tanta ingratitud diciendo que los socialistas vascos están manteniendo una «actitud obstruccionista».
¿Cómo podrían los medios no hacerse eco de semejante cruce de mensajes? Que una cosa es que los periodistas valgamos, en ocasiones, más por lo que hemos sabido callar que por lo que contamos y otra muy distinta que no seamos capaces de cumplir con nuestra obligación de servir a la libertad de expresión. Ibarretxe también aporta lo suyo. Y para que creamos que está al cabo de la calle asegura y confirma que los contactos políticos seguirán en agosto. Total; un ‘guirigay’ pero no mediático sino político.
Con este panorama, conviene hacer deberes. Ejercicio para nuestros políticos durante el verano del ‘apagón’: ¿la palabra ‘adversario’ significa lo mismo para el nacionalista Josu Jon Imaz que para el socialista José Blanco?
Tonia Etxarri, EL CORREO, 2/8/2006