Alejo Vudal-Quadras-Vozpópuli

En lugar de prescindir de nuestro parque nuclear, deberíamos poner en marcha su continuidad por diez o veinte años más

En España existen actualmente siete centrales nucleares en operación que proporcionan el 20% de nuestra generación eléctrica. El Séptimo Plan General de Residuos Radiactivos, aprobado en diciembre de 2023, establece el cierre de todo nuestro parque nuclear entre 2027 y 2035. Otra disposición del Plan es la construcción de siete, uno en cada central, almacenes temporales de residuos de alta actividad, básicamente barras de combustible gastadas, que se encuentran hoy en las propias instalaciones al borde de la saturación de su capacidad de almacenamiento provisional. Ambas decisiones constituyen un ejemplo paradigmático de que hay pocas cosas que los políticos no puedan estropear.

El Sexto Plan contemplaba un único almacén centralizado de residuos de alta actividad para el que se había encontrado un emplazamiento adecuado en el municipio de Villar de Cañas, provincia de Cuenca. Este pueblo, que ha ido perdiendo habitantes desde mediados del siglo XIX, cuenta actualmente con un censo de unos ochocientos vecinos y representa un caso típico de la llamada “España vaciada”. Sin duda la existencia en su término de una estructura industrial de alta tecnología le hubiera aportado una dinamización económica espectacular y un aumento de población de notable poder adquisitivo asimismo considerable, Como es lógico, el consistorio ha recurrido el Séptimo Plan por privarle de un desarrollo que hubiera mejorado extraordinariamente su nivel de vida. Además, la diferencia de coste entre el Sexto y el Séptimo Plan es de 10.000 millones de euros y. obviamente, la multiplicación de almacenes temporales incrementa el riesgo. El argumento de que no se da el necesario consenso político y social es una excusa necia porque el Gobierno central es el que tiene la competencia en este asunto y en Villar de Cañas se esperaba este proyecto con alborozo. Sin embargo, la oposición feroz de los grupos ecologistas y del gobierno autonómico ha dado al traste con una magnífica iniciativa.

La medida poco meditada y demagógica de Ángela Merkel de eliminar la energía nuclear se ha traducido en Alemania en una subida de precios de la energía letal para su competitividad, agravada por la guerra de Ucrania, obligándola a volver a quemar carbón, lo que la ha convertido en el Estado Miembro de la UE que más contamina

En cuanto al calendario de cierre de todas las centrales es a todas luces un error monumental. En el mundo hay actualmente 60 centrales nucleares en construcción, un centenar largo ya planificadas y 300 en estudio. Los reactores modulares de última generación de potencia inferior a los ahora en funcionamiento requieren menos inversión e incorporan más seguridad a una industria que es ya la más segura con gran diferencia. La Unión Europea ha modificado su taxonomía sobre energías limpias y ha incorporado la nuclear como una valiosa contribución a la descarbonización de la economía. En numerosos países que tienen la nuclear como componente de su mix energético se está procediendo a la extensión de la vida útil de sus centrales mediante las inversiones adecuadas que incrementen aún más su seguridad y eficiencia. Por tanto, en lugar de prescindir de nuestro parque nuclear, deberíamos poner en marcha su continuidad por diez o veinte años más renovando sus licencias de operación. En Bélgica, sin ir más lejos, han revertido su decisión de desnuclearizar su sistema de generación eléctrica y se disponen a extender la vida útil de sus centrales. La medida poco meditada y demagógica de Ángela Merkel de eliminar la energía nuclear se ha traducido en Alemania en una subida de precios de la energía letal para su competitividad, agravada por la guerra de Ucrania, obligándola a volver a quemar carbón, lo que la ha convertido en el Estado Miembro de la UE que más contamina.

A todo lo anterior, hay que sumar la pérdida de miles de empleos de elevada cualificación y el empobrecimiento de las localidades próximas a las centrales todavía activas. En un sector muy intensivo en capital en la fase de construcción, el cese de actividad precisamente cuando el kilovatio-hora producido es más barato atenta contra la más elemental racionalidad. También es un factor digno de tener en cuenta que en un escenario internacional inestable e imprevisible la autonomía energética es una preocupación inevitable. Los dos primeros países suministradores de uranio son fiables y se sitúan en el espacio de la democracia liberal.

Planteamientos ideológicos dogmáticos

La conclusión es que, tanto desde una perspectiva geopolítica como económica, social y medioambiental, el apagón nuclear en España es un disparate de grueso calibre, motivado por planteamientos ideológicos dogmáticos ajenos a la realidad y por la dependencia servil de Pedro Sánchez de sus socios de extrema izquierda. Al igual que hizo en su día con el Plan Hidrológico Nacional y con la normativa sobre educación, el socialismo impone medidas que hacen un daño tremendo al progreso material y cultural de nuestra Nación. Todavía estamos a tiempo de corregir semejante barbaridad y desde la sociedad civil hemos de ejercer la presión necesaria para que el Gobierno rectifique tal dislate, contrario a las tendencias que en política energética se promueven en aquellos países que tienen la suerte de haber elegido gobernantes sensatos.