Ignacio Camacho-ABC
- Hace falta mucho desparpajo para que un socialista hable en Andalucía de corrupción y de mangantes. Hay que ser Sánchez
Hay que tener mucho cuajo, mucha jeta, para ir a Andalucía a hablar de corrupción siendo dirigente del Partido Socialista. Ni siquiera los candidatos regionales se atreven, y menos cuando acaba de fijarse fecha para el juicio de los puticlubes pagados con dinero de la fundación Faffe. Pero Sánchez lo hace. Se planta en Dos Hermanas -como Adriana Lastra en Jerez dos semanas antes- y acusa de mangante al PP sin cortarse mientras sus propios correligionarios tragan saliva y miran a otra parte. Es el segundo eje discursivo del PSOE en estos primeros compases electorales; el primero es el avance de Vox, única esperanza de que Juanma Moreno no alcance la mayoría que la izquierda ya ha renunciado a arrebatarle.
Los estrategas de La Moncloa dan por amortizado su fracaso en el 19-J y se conformarían con que Juan Espadas no perfore el suelo de escaños de Susana Díaz. Su prioridad ahora consiste en revertir a escala nacional la tendencia derrotista que las encuestas perfilan con unanimidad significativa. Y una de dos: o tienen algún indicio demoscópico de que las corruptelas de la época marianista movilizan algunos votos todavía o andan embarcados en una deriva más que desesperada, suicida. Porque si hay algo que los andaluces no olvidan es el desfalco de los ERE, el fraude de los fondos de formación o las mariscadas ugetistas. Las tres décadas de hegemonía clientelar en una Administración autonómica convertida en máquina de colocación masiva de militantes, simpatizantes, amigos y familias.Sin embargo la consigna es tajante y el presidente acude el primero a comprometerse en su cumplimiento. Se trata por un lado de levantar un pedestal a Olona exagerando su riesgo para favorecer su crecimiento, y por otro refregarle al PP de Feijóo y Moreno los episodios más truculentos del ‘barcenato’, la Kitchen o los chanchullos de Villarejo, oportunamente aventados en el periódico de referencia con audios selectivos como fuente de crédito. No existe al parecer otro recurso más efectivo para combatir el desgaste de la enésima humillación ante el independentismo, la cabeza cortada de la directora del CNI, el escándalo de los teléfonos intervenidos, la inflación galopante o las votaciones salvadas ‘in extremis’ por Bildu. Todo eso, por cierto, de efecto muy positivo en una tierra con 180 víctimas mortales de ETA y una autonomía conquistada en un movimiento cívico contra los privilegios del nacionalismo. Si el plan funciona, si el sanchismo es capaz de disminuir el rechazo y mejorar sus expectativas con ese argumentario, si los andaluces le aceptan el marco, le compran la mercancía y le evitan el batacazo, el Gobierno tendrá que condecorar a los artífices del milagro. Porque no sólo habrán conseguido mentar sin consecuencias la soga en casa del ahorcado, sino fabricarse con ella un columpio, colgarlo en el árbol y balancearse con el mayor desparpajo.