ABC – 20/07/16
· Las autoridades creen que es imposible evitar por completo este tipo de agresiones.
· Los yihadistas Hacen una labor activa de captación de refugiados menores no acompañados.
Los ministros de Interior de los Bundesländer alemanes preparan ya una conferencia en agosto en la que esperan tomar decisiones sobre el control de los refugiados menores de edad. Los traficantes de personas separan a menudo a las familias durante el trayecto para hacerlas más manejables y en 2015 llegaron así a Alemania 14.429 menores sin la tutela de ningún adulto. Un afgano de 17 años que llegó en estas mismas circunstancias hace ya varios años –a quien Daesh identifica como Mohamed Riad– atacó a hachazos en la noche del lunes contra los ocupantes de un tren regional cerca de Würzburgo al grito de «¡Alá es grande!», causando tres heridos graves y una docena de diversa consideración.
Según confirmaba ayer el fiscal del distrito de Bamberg, Erick Ohlenschlager, el joven afgano no pertenece a grupo terrorista alguno y la inteligencia alemana no había registrado durante su estancia en Alemania contactos con redes yihadistas, por lo que estaba libre de toda sospecha. Daesh ha publicado un vídeo en el que supuestamente se declara un «soldado del califato» y anuncia un atentado en Alemania, pero el fiscal prefiere esperar a la necesaria verificación, debido a la intención propagandística de la grabación.
Radicalización muy rápida
La investigación apunta a que fue «la muerte de un amigo suyo en Afganistán» el pasado fin de semana el acontecimiento que desencadenó «una acción violenta de trasfondo político». Le bastaron un par de días para «informarse a través de internet» y planear un golpe «contra los infieles» para vengar a su amigo. Ante este tipo de ataques, las autoridades alemanas no ocultan su impotencia.
«Un hacha, un cuchillo de cocina, son objetos que no podemos eliminar de nuestra sociedad», se resignaba ayer el ministro de Interior de Baviera, Joachim Herrmann. Controles de seguridad en los trenes similares a los que se llevan a cabo en los aeropuertos son «una utopía», según la empresa de ferrocarriles Deutsche Bahn, en cuyos vehículos viajan a diario 7 millones de personas que aumentan a 30 millones si sumamos pasajeros de trenes urbanos y autobuses. Su departamento de seguridad emplea a 3.700 personas y 5.000 policías están destinados a diario a la seguridad de los trenes, además de la inversión de 160 millones al año en videovigilancia; 5.000 cámaras en 700 estaciones y en 27.000 vagones. Mucho más no se puede hacer, sobre eso hay consenso.
Voces de alarma
Sin embargo numerosas voces culpan a la llegada masiva de refugiados de los problemas de control y seguridad, incluso desde dentro de la Unión Demócrata Cristiana de Merkel, la CDU. Wolfgang Bosbach, ex jefe de la comisión parlamentaria de Interior, defendía ayer que «esto no es instrumentalizar un acto terrorista: llevamos mucho tiempo diciendo que hay que limitar la entrada de refugiados para poder mantener un mínimo de control, sobre todo porque muchos de ellos llegan sin documentación y es imposible verificar su identidad». «Tenemos que volver a pensar quién puede entrar y quién no», insistía, admitiendo que al final de su reflexión hay una pregunta sin respuesta: ¿cuándo un terrorista comienza a ser terrorista?
También de la CDU y candidato a las elecciones que se celebran en septiembre en Meklemburgo Antepomerania, Lorenz Caffier, denunció ayer que «los jóvenes refugiados vuelven a caer siempre en la violencia y en la delincuencia y suponen un problema de seguridad», al tiempo que señalaba que «los extremistas salafistas los buscan por su carencia de entorno social consolidado y los lanzan a misiones suicidas imposibles de prever».
A finales de enero vivían en Alemania 60.000 refugiados menores no acompañados y hay constancia de intentos de reclutamiento yihadista en Augsburgo, Aschaffenburg, Friedberg, Múnich, Kelheim y Schwandorf. Les ofrecen ayuda económica y social para atraerlos. En septiembre, el predicador salafista Pierre Vogel publicó incluso en Facebook una guía de ocho puntos sobre cómo ganarse a los jóvenes refugiados y asociaciones como Tablighi Jamaat llevan a cabo periódicas campañas de captación y radicalización. La Oficina de Protección Constitucional de Baviera define como «radicalización» el momento en el que el joven rechaza el contacto con «infieles» y da muestras de integrismo agresivo. Asume que los resortes psicológicos y sociales que la activan son sutiles, no legislables, uno de los motivos por los que el gobierno de Baviera es uno de los más críticos con la política de integración de refugiados de Merkel.
ABC – 20/07/16