El audaz y el ansioso

JUAN MANUEL DE PRADA – ABC – 25/01/16

Juan Manuel de Prada
Juan Manuel de Prada

· Acepte o rechace las condiciones de Pablo Iglesias, Sánchez saldrá perdiendo.

Adon Quijote, cuando salió a pasear por las calles de Barcelona, su anfitrión don Antonio Moreno ordenó que le cosieran a las espaldas un pergamino, donde le escribieron con letras grandes: «Éste es don Quijote de la Mancha»; y, leyendo el rótulo, todos los muchachos que atestaban las calles lo nombraban, de lo que don Quijote quedó muy contento y seguro de su universal fama. De igual modo, el jueves pasado Pedro Sánchez fue a pasearse por Fitur, más chulo que un ocho, precedido por un quídam vociferante que hacía las veces de rótulo anunciador. Y era digno de verse el gesto de orgullosa fatuidad de Pedro Sánchez, mientras el quídam proclamaba:

—¡El presidente del Gobierno! ¡Ha llegado el nuevo presidente del Gobierno!

Y ante tanta pompa y estruendo había muchos curiosos que se acercaban con reverencia mentecata (¡ah, el servilismo español!), para complacencia y disfrute de Pedro Sánchez, que ya se creía presidente verídico y no fingido. Pero entre la multitud de curiosos había unos mozos de Podemos que se descojonaban de la fantochada y hacían fotos con sus móviles a Sánchez, como si fuese mico de barraca de feria, para mandárselas tal vez a su jefe de filas, de manera que pudiera también descojonarse, mientras aliñaba la emboscada que le tenía preparada al fingido presidente.

Y Pablo Iglesias, que tiene más lecturas y más espolones que el pulidito Sánchez, se acordaría entonces de aquel pasaje de El príncipe en el que Maquiavelo afirma que «es mejor ser impetuoso que respetuoso, porque la Fortuna es mujer y es necesario, si se la quiere tener sometida, atracarla y golpearla». Este pasaje, que a alguien tan jabonoso e ignorante de la retórica clásica como Pedro Sánchez inspiraría escándalo (pues entendería que Maquiavelo era un apologeta de la violencia de género), a un tipo listo y audaz como Pablo Sánchez le inspiró el modo en que habría de obrar para someter a Sánchez, que tal vez no sea mujer como la Fortuna, pero es hombre ansioso, como le sucede siempre a los arribistas y a los advenedizos, que por verse en la poltrona descuidan la dignidad y son capaces de soportar cualquier humillación.

Así que Pablo Iglesias se decidió a atracarlo y golpearlo con ímpetu, como recomendaba Maquiavelo; y hay que reconocer que lo hizo muy donosamente, tendiéndole una trampa saducea en la que el flojo Sánchez no podrá hacer otra cosa sino enredarse, pues acepte o rechace las condiciones de Pablo Iglesias saldrá perdiendo: aceptándolas, porque un Pablo Iglesias de vicepresidente se le subiría a la chepa al instante y en unos meses lo usaría como felpudo; rechazándolas, porque entonces habría que ir a unas nuevas elecciones, que serían la apoteosis de Podemos y el entierro de la sardina socialista.

No sabemos cómo acabará este astuto órdago lanzado por Iglesias; pero intuimos que alguien como Sánchez, que se deja llamar presidente entre la multitud por un quídam vociferante, es capaz de sufrir cualquier humillación, cualquier agravio, cualquier escarnio, con tal de hacerse con el gobierno en propiedad. Propiedad de la que Pablo Iglesias no tardará en despojarlo, pues, como nos enseñaba Bernanos, «del mismo modo que nuestros demócratas no desean abolir los privilegios políticos, sino sólo desplazar y sustituir a los que disfrutan de ellos, nuestros comunistas no quieren suprimir la propiedad, sino únicamente desplazar y sustituir a los propietarios».

Y el próximo propietario del gobierno será el audaz Iglesias. Por votación, si hay nuevas elecciones, o por okupación, si lo comparte con el ansioso Sánchez, que con tal de auparse dejará que lo atraquen y golpeen.

JUAN MANUEL DE PRADA – ABC – 25/01/16