El autogiro

Juan Pablo Colmenarejo-ABC

  • No es cuestión de si el presidente tiene una flor o un jardín entero donde la espalda pierde su casto nombre

Acostumbrado a volar en el Superpuma, helicóptero panzudo, su transporte desde La Moncloa a Torrejón, donde el Falcon, el presidente da otra vuelta alrededor de sí mismo para acabar donde empezó; con la mayoría de la investidura/censura tras ser salvado por Arrimadas y el dedo de un diputado del PP. La presidenta del Congreso actuó por su cuenta, al margen del reglamento, al negar la rectificación del voto desde el escaño a ese señor que nadie conocía hasta el pasado jueves. No es cuestión de si el presidente tiene una flor o un jardín entero donde la espalda pierde su casto nombre. No hay que frivolizar cuando se trata de la colonización de las instituciones. Va en serio, una vez incrustados los de Podemos en la estructura del Estado, la siguiente oleada en la próxima legislatura, cuando ERC vuele sin motor con el apoyo de Illa, sin necesidad de mascarilla para dar el sí, Bildu agarre el Gobierno vasco y al bueno de Aitor, el PNV, no le quede ni una rueda en el tractor. Sánchez ha demostrado su cuajo para no perder la postura ni cuando Batet siembra el pánico con su suma de ‘Barrio Sésamo’.

Bruselas había pedido un retoque a la reforma, la que impusieron al PP tras heredar la quiebra de Zapatero, para reducir el asombroso porcentaje de contratos temporales en España. Casi nada cambia, salvo una retahíla de frases rimbombantes en el dichoso relato, a cambio del ‘fangote de guita’, que dice el historiador económico Pedro Fraile. Todo sea para mantener el poder con los fondos europeos. Como cuenta María Jesús Pérez en ABC, atraen ya una «división de tipos sobrecogedores». El presidente volverá al mismo sitio tras usar a Ciudadanos y cargarse a UPN con la inestimable intervención, como en Murcia, del ministro Bolaños. Sánchez se reserva para las semifinales de Andalucía. En los cuartos del próximo domingo apuesta por la testosterona de Vox, adherida a las partes blandas del PP, mientras sueña con un ‘jovencito Frankenstein’ junto a Podemos, el señor Igea de Ciudadanos y los cantonalistas de León, Soria y Ávila. Como si nada, aparece en la campaña, junto a ZP, para decir que el PP «blanquea el transfuguismo», saludar a la afición y remontar el vuelo con su autogiro.