EL CORREO 21/09/14
· El PNV evitará proponer un texto de reforma del Estatuto antes de lograr un acuerdo de mínimos en el Parlamento vasco
La experiencia escocesa ha convencido al PNV de que la «prioridad» a partir de ahora debe ser buscar un «marco» de consenso en Euskadi sobre el nuevo estatus político, que garantice un acuerdo de mínimos, amplio y transversal, sobre el que basar una reforma del actual ordenamiento jurídico que desembocaría, en última instancia, en una consulta a la ciudadanía. Por esa razón, el grupo jeltzale en el Parlamento vasco evitará plantear un texto articulado de reforma del Estatuto de Gernika sin haber logrado un pacto previo, al menos, con el PSE porque, de no hacerlo así, «solo lograríamos que tanto la izquierda abertzale como socialistas y populares presentaran enmiendas a prácticamente todo el proyecto y no avanzaríamos nada», según fuentes próximas a la cúpula jeltzale.
Tras la constitución de la ponencia de autogobierno, se barajó la posibilidad, si las negociaciones entre los grupos naufragaban, de encargar a una institución externa o al propio lehendakari la redacción de una propuesta de modificación estatutaria que volvería después a la Cámara vasca para su debate. No obstante, esa opción, que supondría un indudable desgaste para el jefe del Ejecutivo de Vitoria, parece de momento descartada.
Sabin Etxea mantendrá los ritmos y la estrategia previstos. Dejará el peso del debate en la ponencia de autogobierno, que tiene pendiente todavía escuchar a decenas de expertos llamados por los distintos grupos. Los trabajos de ese foro parlamentario seguirán discurriendo a ritmo constante pero pausado hasta las elecciones municipales y, de hecho, ninguna fuerza política espera avances sustanciales en los seis meses que restan hasta que los partidos entren de lleno en campaña.
Con toda probabilidad, una victoria del independentismo escocés habría impulsado el debate soberanista y empujado a la izquierda abertzale a tomar la iniciativa o a trasladar a la calle la reivindicación del derecho a decidir. Pero, el rechazo de los escoceses a la segregación del Reino Unido abre en la práctica un período de ‘impasse’ en la política vasca, hasta que las urnas clarifiquen la fortaleza y las posiciones de cada uno y obliguen a los partidos a destapar sus cartas.
No en vano, en Ajuria Enea dan por hecho que, al permanecer la discusión sobre el autogobierno acotada a los cauces parlamentarios, todos los grupos, incluida la izquierda abertzale, se verán obligados a «retratarse» en algún momento entre las municipales de mayo de 2015 y las autonómicas de finales de 2016. En medio, unas elecciones generales que, ya sin mayorías absolutas salvo sorpresa mayúscula, moverán también el tablero y obligarán al partido de gobierno, sea el PP o sea un PSOE que concurrirá a las urnas con una propuesta de reforma de la Constitución en clave federal, a buscar apoyos con los que tejer mayorías. «Pero lo positivo y lo importante», apuntan en Ajuria Enea, es que «por primera vez en treinta y cinco años», todas las fuerzas políticas vascas tendrán que presentar en un mismo foro «unas bases» sobre el modelo de país y de relación con el Estado que plantean. «Es un punto de partida. Para 2016 todos nos habremos tenido que ‘mojar’», constatan esas mismas fuentes.
Interlocución débil
De hecho, las exigencias cruzadas entre partidos para plantear «con claridad» sus respectivas propuestas de estatus político son una constante en el debate público vasco. Por el momento, PSE y PP dicen estar dispuestos a entrar a la discusión –aunque en ningún caso a aceptar una consulta, sea a la catalana o a la escocesa– y apremian al PNV para que, como hizo el SNP de Salmond en el programa con el que concurrió a las elecciones de 2012, proponga sin tapujos un referéndum de independencia si es eso lo que quiere. No parece que vaya a ser el caso. El PNV espera, más bien, que las propias circunstancias políticas vayan allanando el camino a los entendimientos, aunque, admite, la interlocución actual con las distintas fuerzas políticas es débil o manifiestamente mejorable.
Con Sortu, el problema es la desconfianza larvada durante años y alimentada por la falta de autocrítica de la izquierda abertzale sobre su pasado de apoyo al terrorismo, pese a que el ritmo de encuentros entre las ejecutivas de ambas formaciones nacionalistas se ha incrementado en los últimos meses. Con el PP de Arantza Quiroga, las relaciones son tensas y la comunicación prácticamente inexistente. Y con el PSE, recién nombrada Idoia Mendia secretaria general, una incógnita por despejar.
Pese a todo, es en los socialistas vascos en quien Sabin Etxea deposita sus esperanzas, teniendo en cuenta, cree el EBB, que mientras Mariano Rajoy siga gobernando en Madrid los populares vascos tendrán nulo margen de maniobra para flexibilizar sus posturas. «El PSE siempre ha estado en todos los consensos: tras la guerra, durante la Transición y en democracia. Tienen un papel muy importante que desempeñar», apuntan en el PNV, donde son conscientes, no obstante, de que la fragmentación de la izquierda y el posible debilitamiento del PSE frente a opciones emergentes como Podemos, no facilitarán en absoluto ni el juego de mayorías ni la disposición de su nueva líder a acercarse a los jeltzales.
De hecho, los peneuvistas son muy conscientes de que la formación de Mendia, que cuenta en la actualidad con solo ocho alcaldías en Euskadi, tendrá necesidad tras los comicios de acercarse al PNV para tratar de mantener su peso institucional. Esa circunstancia les hace mirar con cierto y cauto optimismo no solo a la inminente negociación presupuestaria sino también a un futuro «bloque de gobernabilidad» que vertebre el país. Y eso, apuntan los jeltzales, incluye también el modelo territorial, hacia dentro y hacia fuera. «Para gobernar un país hay que ponerse de acuerdo también en el modelo», argumentan.