Santiago González, 06/12/12
El Barça ha celebrado la víspera de la Constitución española alineándose con el president en funciones como un solo hombre, un solo pueblo, un solo equipo, varios jugadores autóctonos y algunos futbolistas foráneos en régimen de vecindad administrativa.
El Barça, ese precipitado de esencias soberanistas, ha terciado en la polémica educativa, con un comunicado:
“El FC Barcelona quiere reivindicar de manera enérgica la lengua catalana y el modelo de inmersión lingüística vigente en Catalunya en los últimos 34 años. [La primera en la frente. Se conoce que los chicos han confundido la aprobación de la Constitución que se produjo efectivamente, tal día como hoy hace 34 años con un éxito notable en Cataluña. La participación fue superior en 0cho décimas a la media española y el porcentaje de votos afirmativos fue 2,6 puntos superior (90,46 frente a 87,87).
La inmersión lingüística fue aprobada hace 20 años, con el Decreto 75/1992, de 9 de marzo otros tres decretos la ampliaron en los meses siguientes y fue desarrollada en tres leyes a saber: la Ley de Política Lingüística de 1998, el Estatuto de Cataluña de 2006 y la Ley de Educación Catalana de 2009. Como se recordará, el TC retocó el Estatut en junio de 2010 y el Supremo ha emitido cinco sentencias desde entonces matizando la inmersión. Ojo: no cuestionan la inmersión lingüística en catalán; lo que cuestiona es la imposibilidad de la inmersión en castellano.
No había razones para esperar de estos muchachos una aportación intelectual más brillante. Al fin y al cabo sus mayores habilidades las tienen localizadas al sur de los tobillos. Menos el portero, claro, que puede usar las manos. Por otra parte no se acaba de entender que la jurisprudencia de la Masía tenga más peso que el Supremo y el Constitucional juntos. No perecería sensato que, para compensar, el Barça alineara a Eugeni Gay o al juez Lluís Pascual Estevill, por citar a alguien aún más del gusto de los convergentes y unidos.]
La lengua, como nuestro Club, es un elemento de integración que permite identificarse con el país, al margen de procedencias y sensibilidades. La lengua catalana y su enseñanza en las escuelas forma parte de nuestra identidad y es un elemento esencial para la cohesión social y la convivencia de nuestro pueblo. [Decía Boadella que cómo se podía sostener que la lengua podía ser un hecho diferencial. Pero si todo el mundo habla una. ¡Si todavía fuera el silbo gomero! Hay énfasis que revelan la carencia. La reivindicación «Catalunya es una nació». Si realmente lo fuera estaría implícito: la nació catalana…, como se dice en el preámbulo de la Constitución Española, hoy de cumple: «La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran…» ¿Se imaginan a un francés diciendo que su lengua, el francés, es un elemento de integración que permite identificarse con el país? sería fetichismo.]
Por este motivo, el FC Barcelona se pone al servicio del país, como ha hecho a lo largo de su historia, para defender nuestra cultura y nuestra identidad.” [Hay un equívoco que repite el nacionalismo catalán de uno y otro signo, quieren cargarse el catalán, cuando es algo más sencillo: que en todo territorio donde esté vigente la Constitución se pueda estudiar en el idioma común, en «la lengua española oficial del Estado» (CE, art. 3.1). ¿Se imaginan que en Francia, Alemania, Gran Bretaña haya territorios donde los escolares no tengan derecho a estudiar en la lengua oficial del Estado? La mayoría de los padres querrían poder matricular a sus hijos en el colegio elitista Aula, al que lleva a sus hijos Artur Mas, y en el que se estudian asignaturas en castellano (y en catalán y en inglés y en francés) hecho que es imposible en la enseñanza pública, porque los nacionalistas siempre utilizan la pública como banco de pruebas para sus experimentos lingüísticos].
Los apoyos democráticos de Mas para su aventura equinoccial son la calle y el Barça. Hoy, mès que mai, el Barça de Messi es más que un club, pero es menos que Mas (don Artur).
Santiago González, 06/12/12