Batasuna sabe que puede permitirse hasta el último minuto no condenar la violencia, por mucho que el Gobierno les lance avisos. Van a mantener ese pulso siempre que vean resquicios de debilidad en sus interlocutores. Mientras tanto, ganan tiempo y siguen avanzando en el «blindaje internacional»; que de eso se tratará el próximo día 25 en Estrasburgo.
En contraste con el silencio oficial de Zapatero, seguramente para no cometer errores (porque decir que el proceso de negociación con ETA «discurre», no ha hecho más que confirmarnos que seguimos inmersos en el terreno de las evidencias), Batasuna habla sin parar. Sus mensajes sí que discurren; fluyen como torrentes: en San Sebastián, Pamplona y Bruselas; por tierra, mar y aire. Permach, Barrena y Álvarez. Con el objetivo de seguir haciendo agitación y propaganda de esta situación, a ver si las bases sobre promesas de cambios juridicos y políticos son lo suficientemente sólidas como para dar por inaugurada oficialmente la negociación entre el Gobierno y la banda terrorista.
Una negociación que deberá tener, al mismo tiempo y por exigencia de ETA, a todos los partidos políticos, menos el PP, diciendo lo suyo sobre la nueva Euskadi en torno a la Mesa extraparlamentaria. El PP, que conoce muy bien a sus clásicos, dice en su documento remitido a todos los europarlamentarios que ETA busca el apoyo de la Eurocámara sin condenar antes la violencia y, por supuesto, sin la entrega de las armas.
Y por si alguien duda de la exactitud de esa radiografía, ayer, en la comparecencia de Pernando Barrena, al ser preguntado por la posible condena de la violencia dijo, conteniendo un gesto marcadamente sarcástico, que tal posibilidad no figuraba «en la agenda». Los portavoces de la ilegalizada Batasuna saben que pueden permitirse esa actitud hasta el último minuto, por mucho que el Gobierno les lance, a través de los medios de comunicación, el aviso de que tienen que desvincularse de la organización terrorista. Y van a mantener ese pulso siempre que vean algún resquicio de debilidad por parte de sus interlocutores.
Mientras tanto, ganan tiempo. Y, como reconocieron ayer sus portavoces, se va avanzando en el «blindaje internacional»; que de eso se tratará el próximo día 25 de octubre cuando sus señorías de Estrasburgo debatan sobre las sombras del proceso. Y en estas aguas revueltas ha podido remar el Gobierno vasco, indignado contra el Tribunal Superior de Justicia por continuar estudiando la querella interpuesta por el Foro Ermua contra el lehendakari por haberse reunido con dirigentes de Batasuna. Bien es cierto que, a estas alturas, el caso suena algo anacrónico, entre otras cosas porque todos los partidos, menos el PP, tendrían que desfilar por el banquillo de los acusados por haberse reunido con quienes el gobierno calificó de «interlocutores necesarios». Pero la advertencia del trío del gobierno (Zenarruzabeitia, Azkarraga y Madrazo) diciendo que esta decisión «tendrá consecuencias negativas en las relaciones institucionales», además de sonar a amenaza, desvela la tentación recurrente de estos representantes políticos de ingerir e influir en el Poder Judicial. Justamente lo que ellos están criticando.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 18/10/2006