IGNACIO CAMACHO-ABC

  • El sanchismo aspira a reencarnarse en otro Frankenstein construido sobre el cadáver de la nación de ciudadanos iguales

Mientras usted descansa, tal vez leyendo el periódico a la sombra de un chiringuito de playa, el doctor Frankenstein ha empezado a reconstruir su maltrecha criatura puntada a puntada. Esta vez el intento es más difícil porque hay más miembros que juntar y es menester que el hilo de favores resista la costura hasta el momento de darle al engendro la orden de ponerse en marcha. Queda tiempo; será dentro de un mes, después de que fracase la protocolaria investidura de Feijóo y yazca en el cubo de la basura el cadáver de la lista más votada, cuando suene en el laboratorio de Moncloa la voz de «levántate y anda». Hasta entonces se trata de ir ensamblando las partes a la espera de que Puigdemont decida infundirles alma con una sola palabra, ese ansiado «sí» que incluso podría no hacer falta en el caso probable de que Sánchez logre incrustar en su alianza a la única diputada de Coalición Canaria y baste con que el grupo de Junts haga valer una abstención mercenaria.

La primera parte de la operación es la del control de la Mesa del Congreso. No sólo porque servirá de pegamento para armar el principal acuerdo, sino porque si cae en manos de la oposición el Ejecutivo que pueda formarse sufrirá severos aprietos. El encargo lo gestionan Simancas y Bolaños, que sueña con la Presidencia como premio. Quizá en vano: se busca un perfil grato a los separatistas, alguien dispuesto a darles juego. De momento, ERC y Junts van a tener grupo propio sin cumplir los requisitos, aunque sea a costa de retorcer o reformar el Reglamento: sus propios votos ayudarán a hacerlo. Y al tiempo, la Fiscalía echa una mano en el recurso del prófugo de Waterloo contra la orden de detención dictada por el Supremo. Esos detalles pueden ser cruciales para que se sienta acogido en la nueva estructura del ‘bloque de progreso’, en realidad un frente plurinacional donde todo independentismo, legal o insurrecto, tenga asiento, voz y trato preferente para exigir privilegios.

Ésa es la clave del pacto en ciernes: una legislatura a medida de los partidos autodeterministas que impugnan las bases constitucionales. Un Gobierno de poderes alquilados a cambio de la cesión a un permanente chantaje. Un sanchismo de amplio espectro que otorgue credenciales progresistas sin más condicionantes que el del apoyo a Sánchez. El presidente ha leído a su manera los resultados electorales, y ha concluido que Cataluña y el País Vasco son su salvoconducto frente a la derrota en las demás comunidades. Su mayoría social es falsa, un trampantojo de la ley D´Hondt, pero mientras la correlación de fuerzas en esos territorios le sea favorable no habrá adversario que lo desplace. El precio de su continuidad consiste en convertir al partido refundado por Felipe González en la palanca instrumental para la construcción de un Estado de dos velocidades sobre las ruinas de la nación de ciudadanos iguales.