El bofetón de los precios

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Esto es un sin vivir. Hace un par de semanas le escribía que las cosas de la economía parecían aclararse. ‘Del negro al gris’ titulaba el comentario. Bueno pues los datos de cierre del año anterior y de inicio del presente vuelven a oscurecerse. Es cierto que el empleo tuvo un año brillante (sin entrar en los detalles de las cifras), pero es que el último trimestre ha sido malo y ahora sabemos que en 2022 se han trabajado 400 millones de horas menos que antes de la pandemia. Si crece el empleo y el PIB, pero bajan las horas trabajadas, ¿qué está pasando con la productividad? Y también sabemos que ha sido el empleo público el salvador de los muebles, pues el privado ha menguado. Con el crecimiento pasa algo parecido. El pasado año crecimos bien, un 5,5%, pero el fuego se apagaba según avanzaba la segunda mitad hasta terminar el año con un mortecino 0,2% en el último trimestre, en clara posición asíntota con el estancamiento.

Ayer conocimos el dato de la inflación y las sensaciones no son nada buenas, salvo para la vicepresidenta Calviño que las recibió con un entusiasmo tan incomprensible que solo la voluntad de mantener el puesto es capaz de explicar. El IPC subió una décima, pero eso no es grave, máxime cuando se obtiene con la comparación enero 23-Enero 22, porque la realizada con diciembre 22 sigue mostrando un descenso de los precios. Lo malo es que la subyacente ha subido medio punto, lo cual es una barbaridad para un solo mes y, si la cifra de la UE sigue una tendencia similar va a complicar mucho el trabajo con los tipos de interés del Banco Central Europeo. Inflaciones subyacentes del orden del 7,5% son perfectamente incompatibles con una relajación de los tipos de interés actuales. Más bien forzarán nuevas elevaciones en su reunión de esta misma semana. Y no le digo nada si, como temen los expertos, las modificaciones estadísticas ya introducidas y otras por introducir en el cálculo del IPC, lo empujan al alza.

Si el Gobierno pensaba que la evolución económica iba a ser tan buena como para oscurecer sus desmanes legales en Cataluña y los sociales con la ‘ley del solo sí es sí’, quizás se vea obligado a rebuscar en otros asuntos. Ante este panorama, supongo que Núñez Feijóo optará por estar callado y equivocarse lo menos posible. Entre el crecimiento escaso de la economía, la inflación excesiva, el empleo decaído, el aumento de los tipos de interés del Banco Central Europeo, la soberbia inaudita de la ministra Irene Montero, la audacia temeraria de la ministra Ione Belarra, la irrelevancia de un tercio del gabinete y la inoperancia de otro tercio (se salvan muy pocos) le pueden hacer perfectamente el trabajo de demolición que necesita de cara a las elecciones que vienen.