«Nos insultaron y nos dijeron que habláramos inglés», recuerda su primo Michael Asdrejckzuk, en declaraciones al diario local Shropshire Star. «Uno de ellos le quitó a Bartosz la botella que estaba bebiendo, la rompió e intentó clavarle el cristal roto en el cuello. Le hizo una herida profunda y tuvimos que atenderle mientras venía una ambulancia».
Bartosz Milewski fue atendido en un hospital cercano de varias heridas, ninguna de ellas grave. Al menos pudo salir por su propio pie y contarlo. Tres semanas antes, por hablar en su propia lengua a la salida de una pizzería, el inmigrante polaco Arkadiusz Jozwik (40 años) murió golpeado salvajemente por una pandilla de adolescentes de 15 y 16 años en Harlow, en el condado de Essex.
Mientras decenas de ciudadanos participaban en un homenaje callejero al fallecido, otros dos inmigrantes también polacos eran agredidos en otro punto de la ciudad de 80 habitantes, al norte de Londres, que se ha convertido en epicentro de la segunda oleada de ataques racistas post Brexit. Hasta allí llegaron la semana pasada dos policías polacos, Barstosz Czernicki y Dariusz Tybura, con la misión de patrullar junto a los agentes locales y aplacar el miedo de los inmigrantes.
«Me entristece cada vez que hay un nuevo incidente», reconoce el embajador polaco en Londres, Arakady Rzegocki, que admite que sus compatriotas se han convertido en blanco predilecto «porque somos los más numerosos y los más visibles» (con más 800.000 inmigrantes, Polonia acaba de adelantar incluso a India en el ránking de extranjeros en el Reino Unido).
El primer ataque xenófobo, a las pocas horas de la victoria del Brexit el 23 junio, fue lanzado precisamente contra el Centro Cultural Polaco en Hammesmith, en Londres. Según un recuento de The Guardian en consulta directa con las embajadas europeas, Polonia encabeza el número de agresiones por odio con 31 (desde ataques personales a vandalismo y fuegos contra casas y locales comerciales).
Pero la xenofobia se ha cebado también con otro países de Europa del Este. Lituania ocupa el segundo lugar con 20 incidentes, entre ellos varios disparos en plena madrugada contra una casa ocupada por inmigrantes en Lurga, Irlanda del Norte. La embajada de Letonia confirma al menos seis incidentes graves, como el asalto a una casa en Nottingham a manos de unos desconocidos que intimidaron una familia entera a los gritos de «¡Jodidos inmigrantes!».
«Nuestros ciudadanos están experimentando algo que no pasaba antes del referéndum», reconoce a The Guardian la embajadora de Letonia, Baiba Braze. «Puede que se esté creando una atmósfera permisiva para este tipo de ataques. Estamos insistiendo a nuestros ciudadanos que no toleren esta discriminación y denuncien los casos».
Hasta la embajada de Suecia (cinco casos) y de Finlandia (cuatro) han denunciado incidentes de abusos verbales contra sus ciudadanos. La embajada de Bulgaria y la de Rumanía han reconocido al menos un incidente cada una, incluido el incendio provocado de una tienda en Norwich.
La embajada de España ha informado de que no tiene constancia de denuncias formales de abusos contra sus ciudadanos tras el referéndum. Los comentarios despectivos contra los españoles están sin embargo al orden del día. El colegio español Cañada Blanch, en el barrio londinense de Notting Hill, amaneció dos días antes de la cita electoral con un graffiti en el que podía leerse «Foreign Pack» («panda de extranjeros»).
Las embajadas de Bélgica, Grecia, Francia, Alemania, Dinamarca, Chipre, Austria y Estonia tampoco han registrado incidentes graves contra sus ciudadanos. Según datos policiales, los delitos de odio en todo el país aumentaron un 58% en la última semana de junio, con un nuevo repunte del 49% experimentado en agosto (2.778 incidentes registrados en las dos primeras semanas).
La revista The New European dedica su última portada al «caldo de cultivo» de la xenofobia y acusa a los tabloides –principalmente The Sun y The Daily Mail– de una campaña sistemática para fomentar el miedo y el odio hacia los inmigrantes.