La dimisión de Ivan Rogers como embajador del Reino Unido ante la UE se interpreta como una victoria de los partidarios del Brexitduro, a falta de tres meses escasos del «pistoletazo» de salida. Rogers, uno de los de últimos supervivientes de la era Cameron, se perfilaba como el brazo derecho de la premier Theresa May en las negocianes ante Bruselas, pero la presión de los brexiteros en el Gobierno ha forzado su marcha anticipada.
Rogers cavó su propia fosa el pasado mes de diciembre, con un informe filtrado por la BBC en el que advertía de que las negociaciones del Brexit serían más complejas de lo previsto y podrían prolongarse hasta diez años. Los partidarios del Brexit «duro» dispararon ya entonces contra la línea de flotación de Rogers, acusándole de «pesimista» y «eurófilo».
El Foreign Office confirmó ayer la dimisión de Rogers, dándole escuetamente las gracias «por su trabajo y dedicación en los últimos tres años» y recalcando cómo su decisión posibilita «la elección de un sucesor antes de la invocación del Artículo 50 del Tratado de Lisboa a finales de marzo», el de la desconexión con la UE.
Con una larga trayectoria proeuropea, Ivan Rogers estaba considerado como el contrapunto a los partidarios del Brexitduro, encabezados por el titular del Foreign Office, Boris Johnson, y por el secretario de Estado para la salida de la UE, David Davis. Su marcha fue celebrada entre otros por Nigel Farage, ex líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (Ukip), que vaticinó que otros embajadores eurófilos «deberán dejar también sus puestos».
El ex viceprimer ministro y liberal-demócrata Nick Clegg calificó sin embargo la dimisión del representante permanente en la Unión Europea como «un duro golpe» para el Gobierno de Theresa May. «Si las informaciones que nos llegan son correctas y resulta que ha cedido a la hostilidad de los brexiteros en el Gobierno, estamos ante un espectacular autogol», dijo Clegg.
Ivan Rogers no ha entrado de momento en detalles sobre las causas de su dimisión. La noticia saltó a primera hora de la tarde del martes, en una información exclusiva del Financial Times, horas después de que el diplomático reconociera ante su personal en Bruselas su intención de abandonar la nave en los próximos días, en vez de permanecer en el puesto hasta noviembre de 2017, como era inicialmente su intención.
Los partidarios del Brexit aprovecharon la ocasión para desenterrar las credenciales del diplomático, que llegó a trabajar para el veterano eurófilo Kenneth Clarke. Los euroescépticos no perdonan el papel de Rogers durante las negociaciones de Cameron con Bruselas en la antesala del referéndum. Le acusan directamente de no haber arrancado mayores concesiones y de haber amenazado varias veces con su dimisión durante el espinoso proceso.
Aun así, la premier Theresa May había depositado en él un voto de confianza por su experiencia y conocimiento de los entresijos de la política en Bruselas. Aparentemente, su marcha precipitada causó relativa sorpresa en Downing Street, en plena cuenta atrás para la invocación del fatídico Artículo 50.
La filtración del informe en el que advertía de que las negociaciones con Bruselas de pueden demorar hasta 10 años –en vez de los dos años previstos por el Tratado de Lisboa– pudo haber sido su prematura sentencia de muerte. Theresa May se verá ahora en la tesitura de cubrir por la vía de urgencia el puesto más relevante de la dipomacia británica durante décadas. Y más en este momento crucial de la Historia.
«El Gobierno va a echar en falta la experiencia de alguien como Ivan Rogers», vaticinó Charles Grant, director del Centro para la Reforma Europea. «Nadie como él sabe cómo funciona la Unión Europea y cómo piensan sus líderes… Quienes dicen la verdad sobre Europa corren el riesgo de ser impopulares, y eso es lo que le pasó a él, que se hizo impopular entre gran parte del Partido Conservador».
Los partidarios del Brexitduro, como el diputado tory Steve Baker, no pudieron sin embargo ocultar su irónica satisfacción por la partida del último gran obstáculo al que se enfrentaban bajo la línea de salida: «Le deseamos lo mejor… Ahora».