Teodoro León Gross-ABC

  • Son buenos captando fondos y captando votos

Cualquier padre responsable habrá pensado, al ver ayer a Begoña Gómez en su máster de captación de fondos, que debería tener ahí matriculados a sus hijos. Si hay que aprender a captar fondos, ese es el sitio. Qué talentazo. No es fácil colársela a Google, o a Indra, o a Telefónica, pero se requieren dotes excepcionales para colársela a las tres a la vez. De no verse frenada por las investigaciones periodísticas y las denuncias ante los tribunales, a saber a dónde habría llegado. Claro que a esos padres convendría advertirles que no es lo mismo si tu marido no es el presidente del Gobierno, si no haces agenda desde la Moncloa o directamente en la Moncloa, y no se asoma el presidente a saludar como quien no quiere presionar… salvo la puntita nada más. Una pareja así es una élite extractiva en sí misma; y de hecho, a partir de todo esto, el marido ha sabido dar con otro nicho de negocio político que está explotando a lo grande, de Madrid a Pekín, Bruselas a Nueva York: los bulos.

Es fascinante la personalidad de Pedro Sánchez, como enfatizó Arturo Pérez-Reverte ante este aventurero de la política sin escrúpulos, pero efectivamente ha remontado el escándalo mayúsculo de su mujer con la estrategia acojonante de vender a los suyos el relato de una máquina del fango contra ellos con el victimismo típicamente populista. No ha desmentido casi nada sobre el Caso Begoña, pero hay un 30 por ciento que le cree según los sondeos, su electorado. Son buenos captando fondos y captando votos. Ahora audazmente ha decidido dar dimensión mundial a su campaña, exhibiéndose como víctima aterrada de la desinformación mediática y las mentiras que socavan la democracia como una aluminosis moral irreparable. ¡Formidable! Un presidente que ha construido toda su trayectoria sobre mentiras (desde el jamás pactaré con Bildu o con Podemos a costa del insomnio nacional hasta el traeré a Puigdemont detenido antes de permitirle fugarse o la mismísima amnistía) convertido en el paladín de la verdad. Como diría un castizo, para no echar gota.

Si a Sánchez le preocupase mínimamente la desinformación, en lugar de montarse actos de propaganda de aquí para allá, empezaría por promover un pacto de Estado con fundamento sentándose con el PP. Pero su retórica sobre la mentira es puramente mentira. Sánchez sólo ha buscado un relato eficaz contra «la derecha y la ultraderecha» y persigue únicamente réditos políticos, en ningún caso una regeneración. De hecho, ha unido su suerte a Esquerra y Junts en el Team Frankenstein, a cuya cúpula delincuente ha indultado e incluso amnistiado por puro mercadeo partidista, obviando que su proceso independentista está catalogado entre los hitos internacionales de la posverdad, junto al Brexit, Trump o Bolsonaro, y bajo sospecha de connivencia con la ‘desinformatsia’ rusa. Pero en víspera del 1-O Sánchez estaba en Barcelona proclamando que «vivimos bajo el ataque despiadado de la mentira», sí, en Barcelona y en víspera del 1-O. Se ve que le aterra la desinformación.