Luis Ventoso-ABC
- Muchos ya no estarán y habrá sufrimiento, pero también una gran explosión de vida
Pocos dichos más tópicos y certeros en periodismo que aquel que reza que «las buenas noticias no son noticia». Lo positivo no vende un peine. El resultado son unas sociedades pesimistas, a veces aquejadas de lo que podríamos denominar «progresofobia». ¿Quién se fija en el casi milagroso descenso de los muertos por accidentes de coche? En 2004, esos siniestros le costaron la vida a 3.500 españoles. En los últimos años se están quedando en unos 1.100, menos de la tercera parte, un enorme éxito. Si preguntásemos en un bar si el terrorismo está subiendo o bajando en el mundo, el grueso de los parroquianos nos dirían que sin duda sube. Pues bien, según el informe de este año del Global
Terrorism Index, desde 2014 los muertos por atentados terroristas en el planeta han caído un 44%. Lo mismo sucede con las hambrunas, que han disminuido abruptamente desde comienzos de los noventa.
Ayer estuve en una pulpeira de La Coruña arreándole un poco al suculento cefalópodo. Al pagar, le preguntamos al dueño qué tal le iba el negocio bajo el Covid. Su respuesta fue quintaesencialmente gallega: «Bueno, cuando abro el grifo veo que el agua sale caliente». Vaya, me dije, ¡por fin un optimista!, un paisano que a su modo esquinado se atreve a decir que el mundo no va tan mal.
Ahora que iniciamos el incierto 2021 tal vez convengan unas gotas de optimismo. Es imposible arrancar el año sin recordar a los más de 70.000 españoles que han perdido la vida por la epidemia, muchas veces en atroces situaciones de soledad, sin poder despedirse siquiera de sus familias y ellas de ellos. Tampoco se puede olvidar ni un minuto a nuestros compatriotas que han visto sus medios de vida arrasados por la epidemia, debido al desplome de la demanda y a unos cierres de la economía que investigaciones futuras revelarán como excesivos. Pero aún así, 2021 será un año extraordinario tras el apestoso 2020. La gente tiene ganas de volver a vivir, de compartir, salir, viajar… y eso se traducirá en un estirón jamás visto de la economía, pues se mueve por el principio de «tu gasto es mi ingreso». Las vacunas ya están aquí y cada vez habrá más y mejores. Al final del verano estaremos enfilando la normalidad (la de verdad, no la «nueva normalidad» de julio de Sánchez). Aunque se da el drama de que muchas personas sufrirán para emplearse, el ahorro privado se ha disparado. Además, los economistas consideran que esta crisis, aún siendo profundísima, no generará destrozos tan persistentes como los que producen una infección financiera o el estallido de una burbuja. El comercio global va a dinamizarse con la nueva presidencia de Estados Unidos y el flamante acuerdo económico de esta semana entre la UE y China. El retail, las ventas de coches y los vuelos a gran escala volverán. Salir a tomar una copa ya no será una utopía, ni salir a cenar una operación de riesgo calculado. Volveremos a ser libres. Así que, sin olvidar a los que ya no están, permitámonos el pequeño lujo de un brindis esperanzado por 2021.