EL MUNDO 28/12/12
SALVADOR SOSTRES
Más que un gobierno, el presidente de la Generalitat se ha construido un búnker, rodeándose de sus colaboradores más cercanos para asegurarse lealtad en caso de colisión. Quico Homs ha sido premiado con la Consejería de Vicepresidencia después de haber dirigido la campaña electoral en que CiU pasó de tener 62 diputados a quedarse sólo con 50. Germà Gordó, eficaz e independentista, «militar de bosque», tal como le definen sus amigos, será el consejero de Justicia y el encargado, por lo tanto, de diseñar el proceso legal de la consulta. Continúa Ferran Mascarell, ex Bandera Roja, que fue el arquitecto de la política cultural socialista en el Ayuntamiento de Barcelona y aceptó en 2010 la consejería de Cultura que Mas le ofreció, justo cuando estaba pactando con el aparato del PSC presentarse a las primarias contra el ex alcalde Jordi Hereu, demostrando hasta qué punto es letal el instinto de poder de la izquierda que viene del comunismo.
Felip Puig, después de sus líos en Interior, pasa a ser consejero de Empresa, que es como no ser nada, pero manteniendo poder. Andreu Mas-Colell, la única referencia intelectualmente aceptable del Govern, amplía su peso político. El resto son consejeros de cuota. La cuota de Unió la cubren Ramon Espadaler (Interior), y Joana Ortega (vicepresidenta), que también cubre la siempre imprescindible cuota femenina, junto con Irene Rigau (Enseñanza) y la novedad de Neus Munté (Bienestar y Familia), que además de mujer es también la secretaria de política institucional de la UGT. Lo mejor de las cuotas es cuando las puedes cubrir de dos en dos.
El nombramiento más curioso es el del consejero de Territorio y Sostenibilidad, Santi Vila. Algunos murmuran que es la cuota homosexual. Vila, hasta ahora alcalde de Figueras, salió del armario hace cuatro años para ser el abanderado de Convergai, la sectorial de Convergència dedicada a los homosexuales. Otra lectura de su nombramiento tiene un trasfondo más político. El sucesor natural del ex consejero Lluís Recoder, que ha dejado el Govern por discrepancias con el núcleo presidencial, tendría que haber sido Josep Rull, el mejor experto de CDC en obra pública; pero Mas habría decidido mantenerlo de número dos del partido por lo que pueda pasarle en breve al número uno, Oriol Pujol, que va a hacer uno de los mayores ridículos de la democracia cuando el juez levante el secreto del sumario del caso de las famosas ITV.
En el nuevo Govern no hay ni un solo liberal. Sólo servidores fieles y una mezcla de distintas cuotas para rellenar. ERC ha dicho no tener ninguna influencia en el nombramiento de consejeros, pero costaría imaginar un gobierno de ERC con más socialdemócratas de los que Mas ha puesto en su segundo ejecutivo, llegando al extremo de haber nombrado a una comunista de UGT. «Que sea sindicalista no significa que sea comunista», me asegura un histórico líder convergente. Son matices de poca importancia, como me dijo hace un poco un amigo madrileño:
– X es gay.
– ¿Estás seguro?
– Bueno, se le conocen pocas novias.
– Hombre, entre que se le conozcan pocas novias y sea gay hay alguna diferencia, ¿no crees?
– Para el barrio de Salamanca, ninguna.