Santiago González, EL MUNDO, 5/5/12
El Gobierno vasco ha entrado en fase crepuscular. El agotamiento del proyecto, si es que alguna vez lo hubo, era perceptible desde hacía algún tiempo, pero es que ya no quedan ganas ni siquiera de guardar las formas. La iniciativa parlamentaria de instar al Gobierno vasco a presentar un recurso de inconstitucionalidad contra los recortes de Rajoy es uno de esos momentos grandiosos de la crisis de una pareja.
Hasta aquí llegó la cosa. No va más. Basta dar un repaso a las endechas que se han intercambiado los portavoces de ambos partidos para preguntarse cómo es posible que continúe ese acuerdo de Gobierno ni una semana más. ¿Puede el PSE gobernar con los enemigos del autogobierno, unos xenófobos como Le Pen, ángeles exterminadores del Estado del bienestar y aniquilador de derechos?
¿Pueden los populares gobernar con un lehendakari al que ayer mismo acusaban de ser un Gobierno de agitación, de carecer de proyecto económico y de liderazgo y de tener como modelo un conjunto vacío? Resulta francamente difícil de entender que los populares vascos sigan apoyando con sus votos a un gobernante como López a quien acusan de haberse constituido en un contrapoder al Gobierno de España.
López, a su vez, está crecido. Él debe de creer que la mejor situación de la Comunidad Autónoma Vasca respecto a la media de España se debe a un mérito propio no a la ventaja financiera que al País Vasco y Navarra les concede el sistema de concierto y cupo. «El milagro soy yo», como dijo Aznar hace unos años.
El caso es que el lehendakari se nos ha puesto insumiso. Probablemente considera, no sin razón, que Basagoiti no se va a atrever a retirarle su apoyo parlamentario y desearlo a merced del temporal con la que está cayendo, quizá en la idea de que lo último que desaría Rajoy es una crisis de Gobierno en el País Vasco y el consiguiente adelanto electoral.
Patxi se ha crecido mucho desde que se dio a la fuga el anterior presidente del Gobierno que había hecho especialidad de su ninguneo. El único caso en que un gobernante puenteaba al responsable institucional de su propio partido para entenderse con el partido de la oposición. No era tan vistoso, pero tampoco estuvo mal la heterodoxa puesta en escena del Programa para el desarrollo de la política penitenciaria de reinserción individual en el marco de la ley, que todo eso se titula el nuevo plan, sorprendió al presidente de los populares vascos con la exigencia de la disolución de ETA aún fresca en la tin- ta de las hemerotecas.
¿Qué hace mientras tanto el PNV? Anunciar que Euskadi necesita un cambio de rumbo en política económica y que su partido trabaja en «un ambicioso proyecto». El hecho verdaderamente diferencial es la apuesta: apuesta por la acción, apuesta por la marca Euskadi frente a una marca España que lastra al País Vasco y va a apostar por la economía productiva.
Aunque resulte muy difícil de creer no ha habido un acto de contrición entre los tres partidos citados para analizar cómo fue posible que la falta de entendimiento entre ellos diera a Bildu la Diputación guipuzcoana. Así está el tema, pero todo discurre apaciblemente. El PP vasco se celebra su congreso este fin de semana y como decía uno de sus dirigentes «pese a las diferencias los compromisos con el Gobierno de Patxi López continúan en vigor». E la nave va.
Santiago González, EL MUNDO, 5/5/12