Frans Pieter Lindeboom-El Español
  • El recorrido que le queda por andar a esta industria no es sencillo, pero acabará con la dependencia energética y traerá grandes ventajas.

2021 fue un año espectacular para la industria europea del hidrógeno verde. No sólo la UE presentó su propia estrategia sobre el hidrógeno, sino que varios de los líderes de esta fuente de energía hicieron impresionantes progresos en términos de asociaciones, aumento de la producción y desarrollo de casos de uso.

Aunque la producción de hidrógeno verde está todavía en sus inicios, es importante intentar comprender los retos que se avecinan para garantizar que se den los pasos adecuados en estos años de puesta en marcha.

En luz de la incertidumbre energética actual, uno de los primeros retos que tenemos que afrontar es la autosuficiencia. Para alcanzarse, podrían tomarse acciones e iniciativas que ya se están adoptando en otros países y los resultados que se están dando.

Uno de los aspectos que definen la era de los combustibles fósiles ha sido la profunda dependencia de las regiones que realmente tienen depósitos de estos combustibles.

Esto ha llevado no sólo a una enorme desigualdad entre naciones, sino a un mundo en el que la seguridad energética no puede garantizarse para muchos de los que no cuentan con depósitos.

El hidrógeno verde tiene la oportunidad de cambiar esta situación de manera importante, pero al mismo tiempo, debemos ser realistas al observar el desglose regional de esta industria emergente.

Europa continental tiene un gran potencial en cuanto a la producción de hidrógeno verde. Alemania, Francia, los Países Bajos y España, entre otros países, ya han puesto en marcha proyectos y están en proceso de ampliar sus operaciones.

Europa continental tiene un gran potencial en cuanto a la producción de hidrógeno verde

Aunque el potencial de ampliación a nivel nacional es grande, las numerosas industrias que tienen el potencial de utilizar el hidrógeno verde, así como la propia demanda de energía renovable, apuntan a una situación en la que la demanda superará con creces la oferta en poco tiempo.

En el caso de Europa, existe una solución sencilla para conseguir este suministro adicional necesario en nuestro territorio. Oriente Medio y el norte de África tienen un enorme potencial para la producción de energía solar y, a su vez, un gran potencial para producir hidrógeno verde.

Sabiendo esto, las empresas en esta industria deberían sentirse más seguras a la hora de iniciar un cambio a gran escala hacia esta energía sostenible.

Sin embargo, Europa está en vías de poder cubrir la mayor parte de sus necesidades de hidrógeno verde, incluso si esta llega a ser adoptada rápidamente de manera generalizada.

Específicamente en España, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha manifestado su deseo de que el país se convierta en el centro del hidrógeno verde de Europa, con la esperanza de reducir los costes de producción en un 40% para 2030.

En España, gran parte de este suministro provendrá de parques eólicos y voltaicos conectados a electrolizadores para la producción de hidrógeno verde.

La energía eólica y voltaica ha alcanzado niveles de coste muy atractivos, y parece inevitable que se acelere su implantación en Europa.

Producir hidrógeno verde directamente a partir de estas energías significa que la preocupación por el recorte en tiempos de alta producción y baja demanda será inexistente. Ya que al conectar un electrolizador en las plantas cualquier energía extra puede ser aprovechada para producir hidrógeno.

Además, la construcción de estas plantas de forma conectada significará que tanto los costes de transmisión de la electricidad, como los de transporte del hidrógeno resultante, pueden reducirse en gran medida.

La producción de hidrógeno verde cerca de los puertos más concurridos garantizará un suministro constante mientras el combustible se va adoptando en los mercados marítimos mundiales.

Uno de los beneficios más atractivos de esta producción será el fortalecimiento de las cadenas de valor regionales y las perspectivas económicas.

La producción local de hidrógeno verde no sólo puede marcar el inicio de una transición energética exitosa desde el punto de vista medioambiental, sino que puede permitir que los gobiernos y las comunidades locales se beneficien de esta transición.

Adoptar un enfoque activo, tanto para generar como para beneficiarse de la riqueza que se creará a partir de esta transición, será la clave para garantizar en última instancia su éxito.

El hidrógeno verde puede ofrecer beneficios económicos mucho más allá de la producción energética. La producción local de hidrógeno verde puede actuar como un acelerador de la innovación, ayudando a las regiones a lograr la independencia energética, la creación de empleo y la mejora en la calidad de vida de los residentes.

El hidrógeno verde puede ofrecer beneficios económicos mucho más allá de la producción energética

Llevar proyectos locales descentralizados a más regiones permitirá que estos beneficios lleguen a más personas. Esto desbloquea un nivel de igualdad económica que no era posible en la era de los combustibles fósiles, ya que ha dependido durante mucho tiempo de la ubicación de los depósitos de estos combustibles.

Vincular directamente los proyectos de energía renovable con la producción de hidrógeno verde aportará más utilidad a las instalaciones y permitirá un desarrollo económico que irá más allá de la producción inicial de la energía.

Por último, la protección del clima es algo que tendrá que empezar a nivel local, y no hay mejor manera de garantizar el éxito de la transición energética que apoyando a estas regiones en su transformación.

Eliminar la burocracia y ofrecer beneficios a las regiones que estén dispuestas a adoptar un enfoque proactivo en materia de protección del clima conducirá a un cambio más rápido hacia alternativas verdes, pero lo más importante es que permitirá a estas regiones construir economías fuertes y con continuidad en el futuro.

El camino hacia una industria del hidrógeno verde totalmente instalada en Europa no será fácil de recorrer. Los costes asociados a este cambio no serán bajos, especialmente si se comparan con el simple mantenimiento de la situación actual. Pero también hay que tener en cuenta que el coste a pagar por mantener esta situación aparecerá en algunos años, cuando la crisis climática siga acelerándose.

Lo más importante es que un cambio hacia el hidrógeno verde permitirá a las regiones construir economías resistentes que prosperarán durante décadas.

También dará a determinadas regiones, como España, la oportunidad de imponerse como centro industrial para abastecer al continente de combustible renovable.

Parece que las piezas están finalmente encajando para la industria del hidrógeno verde en Europa; ahora es un imperativo que la apoyemos adecuadamente para dar ejemplo al resto del mundo.

*** Frans Pieter Lindeboom es gerente de España de Lhyfe.