El PSOE se ha sumido en un caos que le conduce directo al cisma. Todavía hay tiempo para un acuerdo, pero por el momento los socialistas se han zambullido en un galimatías de artículos, estatutos y reglamentos con el que sólo consiguen morderse la cola. ¿Sigue existiendo Ejecutiva tras la dimisión de 17 de sus miembros? ¿Debe dirimir de inmediato la disputa el Comité de Ética y Garantías? ¿Acudirán unos y otros al Comité Federal convocado para mañana por Sánchez? ¿Sería posible nombrar una gestora que condujera al partido hasta un congreso extraordinario? ¿Qué es primero, la gobernanza del país o la del propio PSOE? ¿Hay fórmulas para derribar al secretario general del partido? ¿Qué sucederá con el grupo parlamentario en el Congreso y el Senado? Estas preguntas bullen hoy en la caldera de un PSOE para el que todos los caminos son cuesta arriba.
COMISIÓN DE GARANTÍAS.
Es el órgano competente en el PSOE para garantizar los derechos reconocidos por los Estatutos e informar al Comité Federal de los litigios entre militantes, entre militantes y órganos del partido o entre órganos entre sí. Debe emitir dictámenes no vinculantes a solicitud de los diversos órganos colegiados. No cabe duda de que sería la instancia apropiada para pronunciarse respecto a la legitimidad de una Ejecutiva de la que han dimitido más de la mitad de sus integrantes, aunque los miembros que continúan en ella enarbolan el artículo 68 de la Normativa Reguladora de la Estructura y Funcionamiento del Partido para sortear su caída.
La Comisión actual cuenta con mayoría de críticos, tres frente a dos. Puede ser esta la razón por la cual su presidenta, afín a Sánchez, ha rechazado convocarla y pronunciarse sobre el problema. Las resoluciones de este órgano no admiten recurso. Los tres miembros críticos han anunciado su intención de emitir un informe fundado en derecho sobre el dilema que afecta al partido si hoy mismo su presidenta no les convoca para pronunciarse.
LA VÍA JUDICIAL.
Con los ánimos tan enconados, no se puede descartar la posibilidad de acabar recurriendo a la justicia ordinaria, por la vía civil. En definitiva, presentarse en los juzgados de Plaza de Castilla para presentar una demanda sobre algún acto concreto, como por ejemplo la negativa a convocar la Comisión de Garantías del partido e incluso la decisión de mantener en pie una Ejecutiva tan mermada. Si se pidieran medidas cautelares, la primera decisión de la Justicia debería ser rápida, en apenas 15 días.
TUMBAR EL PLAN DE SÁNCHEZ.
Para ello los críticos deberían acudir mañana al Comité Federal, que ha sido convocado por Pedro Sánchez para aprobar la celebración de primarias exprés y un congreso extraordinario los días 12 y 13 de noviembre. Si fueran a la cita de mañana, los críticos tendrían que manifestarse abierta y masivamente en contra de la propuesta del secretario general. No obstante, asistir a la misma implicaría de facto reconocer la legitimidad de la Ejecutiva, que aseguran que ya no existe.
LA MOCIÓN DE CENSURA.
Es un camino que en principio los críticos descartaron para dar paso a la vía de la dimisión de más de media Ejecutiva. El propio Comité Federal puede ser convocado a iniciativa de un 30% de sus miembros (aproximadamente 90), y en el mismo exigir con la firma del 20% (unos 60 miembros) la responsabilidad política de la Ejecutiva Federal mediante una moción de censura que, para tener efectos, tendrá que ser sancionada por la mayoría absoluta de los integrantes del Comité Federal. Esta vía exige calcular muy bien las fuerzas de unos y otros. Los críticos aseguran tener una mayoría clara en este órgano que es el máximo entre congresos, aunque esta afirmación no está contrastada.
¿Y EL GRUPO PARLAMENTARIO?
Más allá de estas disquisiciones, planea el problema al que se enfrenta el Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso y en el Senado. Habida cuenta del enfrentamiento radical entre críticos y oficialistas, no está garantizada en ningún caso la disciplina de voto en las Cortes. Más aún, el grupo podría escindirse bien voluntariamente, bien porque el bando ganador opte por expulsar a los discrepantes. Aun cuando fueran muchos, los desgajados no tendrían posibilidad de formar un grupo distinto y tendrían que sumarse a las fuerzas del Grupo Mixto.