Ignacio Marcos Gardoqui-El Correo

Contentar a los grandes colectivos, satisfacer a los independentistas catalanes y desprecio por el déficit público

Tras el primer mes en el cargo, el presidente Sánchez nos enseña bien el camino que seguirá y nos da las pautas en las que se moverá la legislatura. Básicamente trabaja en dos ejes. Uno es el contento de grandes colectivos: actualizar las pensiones (nueve millones de personas); subir el sueldo de los funcionarios (tres millones) y conseguir una subida pactada del SMI. Luego no se extrañe cuando les gana las elecciones a los demás. El segundo eje se esmera en satisfacer a los independentistas catalanes, que es una premisa ineludible para mantener el uso del colchón de la Moncloa. Aquí se ha superado. Aguantó el desplante de la portavoz de ERC en su investidura, cuando aseguró, con enorme precisión dialéctica, que «la gobernabilidad de España me importa un comino». No mueve un músculo cada vez que los líderes independentistas aseguran que «Ho tornarem a fer», un desafío que dicho por un penado suena a chulería. Una chulería que no es ni perjudicial para ellos ni inconsciente, pues no tendrá castigo y se recompensará con una modificación del Código Penal que se carga uno de los principio básicos del Derecho como es el de no legislar para casos concretos y situaciones personales.

Luego tragó, con un simple vaso de agua, la imposición de visitar en su casa a quien hace pocos meses consideraba el «Le Pen español» y a quien volvió a escuchar sus sofisticadas exigencias: Autodeterminación y Amnistía y quien no quiso escuchar las suyas de: Dinero y Competencias. Una visita que incluyó un detalle sublime del arte de la infamia, cuando Iván Redondo realizó una reverencia al President, (insisto al «Le Pen español») inhabilitado y amortizado hasta por los suyos, un gesto que por supuesto no concedería ni al Rey.

Y ahora, ambos presidirán una mesa de negociaciones cuyo final es inescrutable. Porque una de dos, o ERC se ha vuelto autonomista de repente y se va a conformar con alguna competencia y algún dinero -quien sabe si con un sistema de cupo como el vasco- , o Sánchez no podrá darles nada de su programa de máximos. Es decir, la mesa puede ser positiva si se dedica a analizar cómo se encaja a Cataluña en España de manera más confortable y pacífica. Pero será un fracaso espectacular si pretende diseñar el camino por el que Cataluña se va a separar de España. Así que ¿de qué se va a dialogar en esa mesa? Por ahora, la respuesta depende de la persona a quien haga usted la pregunta.

Luego hemos comprobado otro gran signo de identidad de la legislatura, que es el tradicional desprecio por el déficit público. Después de haber declarado con ampulosidad que los presupuestos generales cumplirían las exigencias de Bruselas, se le envía, un minuto después, a la Vicepresidenta Calviño a renegociar esas exigencias para que adquieran las características de algunos aceros y se conviertan en dúctiles y maleables. Y la mejor de todas. El ministerio de Hacienda debe a las comunidades autónomas más de 2.500 millones de euros en atrasos por el IVA. ¿Las va a pagar? ¡Que va hombre, que tontería! Ha dicho que ya es muy tarde y en un alarde de imaginación les ha propuesto que en lugar de recibir el dinero aumenten su déficit. Sin duda alguna, una gran idea que viene a decir algo así como: Yo no te pago ahora, porque no te he pagado antes, pero no te apures que ya te pagarán tus hijos.

Con todos estos detalles, y algún otro que se me olvida, podemos aventurar con escaso margen de error el camino que seguirá la Legislatura. Por ahora no hay ni una reforma de los mercados para hacerlos más eficientes y eliminar problemas como el que sacude al campo; ni una medida de fomento de la actividad; ni un plan para generar empleo; ni nada que favorezca a las exportaciones y cosas así. Al parecer, nada de eso es ‘progresista’ y como a este gobierno progresista solo le importa el progreso de los progresistas…