Gregorio Morán-Vozpópuli

  • Lo importante está en señalar una línea cuyo horizonte asuste, porque sin nosotros todo iría a peor. La vía del progresismo conservador

Cuando te pillán con el carro de los helados en pleno zafarrancho de combate la única defensa posible consiste en hacerte la víctima. Ahí surge el victimismo sobrevenido para indignarte y convencer a los tuyos de que te están acosando, que tú lo estabas haciendo bien, incluso muy bien, pero que es el odio y la ignorancia de los adversarios lo que impide que sigas repartiendo felicidad y satisfacciones a quien se acerque al carro. Para su pesar los helados se van derritiendo y los chorretones que se filtran convierten la escena en algo tan grotesco como unos heladeros pringosos que anuncian su mercancía ante el pasmo general. Fresa, chocolate o vainilla, lo que quieran, hecha una salvedad: no estamos dispuestos a retirar el carro. Es lo que hay.

Ni el más díscolo de sus aliados tiene la menor duda de que están tratando con fuleros ansiosos; no hay traficante del menudeo que no conozca la angustia del adicto. Los dos hombres imprescindibles que sirvieron de palanganeros a un arribista para llegar al poder están cercados por los tribunales y por la opinión pública. Koldo García ¡presente!: taxista, guardaespaldas, correveidile y telonero. Empezó haciendo de caja fuerte donde se guardaban los votos en el golpe de mano a la dirección del Partido. José Luis Ábalos picaba más alto y se desempeñaba como mano derecha o izquierda del Amo, según se terciara, en el camino hacia la categoría de jefe Supremo. El número 2 del partido en el Gobierno, la Voz de su Amo.

Se distinguió Ábalos por su arrogancia y seguridad. Era imbatible, como los “chuletones en su punto” que le gustan al Jefe; no hablaba, sentenciaba. La transmutación de un patán con experiencia burocrática, ignorante de todo lo que no fuera marrullería, en dirigente político fue uno de los milagros del Amo a partir de un procedimiento muy sencillo: compras lo que necesites y jaleas a los enemigos. Fue importante el 20 de noviembre de 1975 también porque a partir de esa fecha se fueron clausurando de facto las hemerotecas hasta el día de hoy. A los raros que las seguimos visitando se nos canceló bajo el marbete de “resentidos”. Los Magos de la Memoria han opacado la historia y de vez en cuando abren rendijas para colarse.  ¡Una retrospectiva de los desplantes del ministro Ábalos, por caridad informativa! Un cafre que nunca habló por boca de ganso. Tampoco Koldo García. Detrás de su apariencia de hombre sin pulir, levantador de pesas talla Suprema, hay un tipo sensible hacia los que mandan y habilidoso en el arriesgado oficio de proteger espaldas y fortunas.

Sobre estas herrumbrosas lanzas ganó la guerra el Amo y eso dice mucho del deterioro de un partido y de la vida política en general. Quizá los analistas de mañana encuentren un nexo de unión que lleva de los Koldos y Ábalos de anteayer a los Alvises que hoy proliferaran como setas. Da lo mismo porque no servirá de nada; la gente en la era del móvil no está por los relatos largos. Lo incontrovertible es la extraordinaria relevancia de un apañador de contratas y subcontratas que representa la aparición, aún no catalogada, de una nueva casta que reemplaza a la beautiful people de los 80; rabanitos milenial, rosas por fuera, blanco granuloso por dentro y siempre cerca de la mantequilla.

El hombre que fue pareja política del Supremo Líder se enfrenta a los tribunales por indicios de una categoría penal abrumadora: organización criminal, tráfico de influencias, cohecho y malversación. Todo sucedido durante su ejecutoria como adlátere del Presidente. Lo retiró de su entorno sin explicaciones -ninguno de sus socios se lo pidió- pero se cuidó de ponerle en el cesto de la ropa usada; el tiempo irá decidiendo qué podremos hacer con él. Si él habla, se cae el trampantojo; si se porta bien, siempre le cabrá un indulto.

No le damos la importancia que tiene a la selección de personal del Puto Amo y es una condición que clarifica su reputación. Después de Ábalos viene Santos Cerdán, ya formado en la misma escuela de la Responsabilidad Social Corporativa, marca de la casa. Un triángulo curioso que daría mucho juego literario: Ábalos, Koldo y Santos. Los veremos paseándose por los tribunales. Lo difícil de explicar es el silencio ominoso de los socios y aliados. Siempre que rapiñan los nuestros es por un motivo superior y de no ser por los jueces y fiscales, que están enrabietados,  el asunto no pasaría a mayores.

Agotado el triángulo pegajoso de la heladería, han sido sustituidos por dos Oscar sin Hollywood. Oscar Puente en la estrategia y Oscar López en la táctica. Uno desde el ministerio de Transporte será la fuente nutricia de material para la contraofensiva; tiene desparpajo y conoce el barro. “Queremos ser proactivos y no esperar a que nos requieran” los jueces, dice este prodigio de desfachatez. El otro Oscar, López, lleva años trabajándose los bajos fondos del Partido, pasó por un “máster en maneras” en la central de Moncloa y ahora quiere servir de mosca cojonera en la Comunidad de Madrid. Tiene su lógica que siga siendo ministro hasta el último minuto, porque un ministro tiene voz y medios para hacerse oír; así no le ocurrirá como a esas almas en pena que esperan el dedazo en el nuevo PRI -Partido Revolucionario Institucional-, feliz oxímoron que inventaron los mexicanos.  No es casual que Víctor de Aldama se adornara con el consulado honorífico de Oaxaca.

Que el carro de los helados lo llevara “de Aldama” y que lo fuera metiendo en los ministerios más variados no sorprende al tratarse de un experto corruptor de mayores. Lo llamativo es que subiera vestido de heladero hasta la planta noble de la calle Ferraz. Quizá porque al ser su prenda de trabajo tampoco tendría mucho sentido cambiarse de ropa entre socios y amigos. El victimario sobrevenido se basa en la tortuosa convicción de que lo sucio no es delito; donde se maneja la turbiedad no entran los tribunales. Otra cosa es la opinión pública, que les importa una higa. En EEUU sólo el 22% de sus ciudadanos se fían del Gobierno. Tezanos seguro que no nos va a sacar de dudas.

Lo importante está en señalar una línea cuyo horizonte asuste, porque sin nosotros todo iría a peor. La vía del progresismo conservador

Si los socios y aliados se aprovechan de esa máquina enfangada que paga en incómodos plazos, qué razón habría para hacerle desfallecer al Amo. Lo importante está en señalar una línea cuyo horizonte asuste, porque sin nosotros todo iría a peor. La vía del progresismo conservador. Corruptos, pero contentos de haberse conocido.