Santiago González, EL MUNDO, 1/10/11
La política del Gobierno vasco en materia penitenciaria recuerda al personaje de Katharine Hepburn en La fiera de mi niña, cuya inagotable capacidad para el embrollo, hacía que un desalentado Cary Grant explicara a una de sus víctimas: «Le advierto que nunca estará claro mientras permita usted que ella se lo explique». El pasado martes, tras el consejo de Gobierno, la portavoz Idoia Mendia compareció en su habitual rueda de prensa. Recordarán que el fin de semana inmediatamente anterior una selección de presos etarras encabezada por Jon Agirre Agiriano, condenado a 30 años por el asesinato del niño José Mª Piris, comparecían para exigir el cumplimiento del Acuerdo de Gernika, una vez que ETA ha declarado la tregua que sus propios valedores le pedían: Derogación de la Ley de Partidos y el cese de la actual política penitenciaria: traslado de presos a Euskal Herria, liberación de los presos enfermos, libertades condicionales and so on. La portavoz Mendia, en el ejercicio de su función aclaró 48 horas más tarde, según nota de Europa Press que: mientras exista ETA «la pelota sigue en su tejado» y es la banda la que «debe dar pasos», por lo que ha considerado que no es «sustancial» una modificación de la actual política penitenciaria».
Lo malo es que tres días después, es el propio lehendakari el que se empeña en explicarlo y la refutación explícita de su portavoz forma parte esencial del plan para la convivencia que expuso al Parlamento Vasco: «Proponemos una orientación consensuada, dinámica y flexible de la política penitenciaria de la forma que mejor propicie la superación del ciclo terrorista. Dicho consenso, basado siempre en el objetivo de la reinserción, contemplará, entre otras cuestiones, el acercamiento progresivo de los penados, siempre y cuando favorezca esa reinserción».
¿Qué quiere decir acercamiento progresivo? ¿Hoy un preso, para el mes que viene, dos, y al otro cuatro, o les acercamos 10 kilómetros hoy, 40 el mes próximo y 80 para el siguiente? ¿Por qué dice progresivo y no gradual o uniforme? ¿Por qué propone algo que ya existe? A lo largo de los últimos tiempos, este diario ha venido dando información sobre el acercamiento a cárceles del País Vasco de terroristas etarras muy cualificados en aplicación de la vigente Ley. Por ejemplo, el de Valentín Lasarte, asesino de Gregorio Ordóñez y de Fernando Múgica, que ha sido acercado a la prisión de Nanclares en aplicación de la legislación vigente. Lasarte no se ha dirigido a las viudas ni a los hijos de sus víctimas para expresarles arrepentimiento alguno. ¿Qué cambios quiere hacer el lehendakari en la política penitenciaria?
El portavoz socialista en el Parlamento vasco, Pastor, explica el asunto con ampulosa tautología: «Si se dan las condiciones necesarias, desaparece definitivamente la violencia y hay voluntad de los presos de ETA» de acogerse a las medidas penitenciarias «lo pondremos en marcha». ¿Y qué van a poner en marcha, si ya funciona en las condiciones actuales y sin que haya desaparecido definitivamente la violencia? El consejero Ares remató ayer que el futuro de los presos está en manos de los propios reclusos. Hombre, no. El único fin de las condenas no es la reinserción de unos penados que jamás han estado fuera de su comunidad. Hay algunos detalles: la retribución por el mal causado, la compensación moral a las víctimas y el cumplimiento de las sentencias, por ejemplo.
La pelota está en el tejado de ETA, decía la portavoz el martes, pero en una hábil jugada, el lehendakari la ha puesto encima de Ajuria Enea. Ahora es Bildu quien exige más pasos al Gobierno. El cartero siempre llama dos veces y Patxi López, que ya se lució en sus esfuerzos por legalizar a la izquierda abertzale y desculpabilizar a su votantes ante el 22-M, se apresta a repetir la jugada el 20-N. Hace cuatro meses ganaron Guipúzcoa, San Sebastián y 122 ayuntamientos más. Tras las Generales, tendrá grupo propio en el Congreso. Han aceptado la democracia, explicó en sede parlamentaria el lehendakari, luego es una alternativa tan legítima como el PNV, solo que más jatorra.
Santiago González, EL MUNDO, 1/10/11