IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • Al diputado le espera un glorioso porvenir, un hombre así es imprescindible

La Constitución española descarta en su artículo 67 el mandato imperativo, o sea, eso que llaman la disciplina del voto, y que obliga a los miembros de las Cortes Generales a apretar el botón que les dicta el jefe de su partido bajo la amenaza de no volver a salir en las listas si le desobedecen. Dicha amenaza no es constitucional, pero funciona. Y el presente político es un buen ejemplo. Muchos de los diputados que hoy cierran filas en torno a Sánchez son los mismos que aplaudieron su defenestración en octubre de 2016. Y los mismos que se comportaron como un solo hombre al lado de Casado muestran hoy al lado de Feijóo la misma fidelidad ‘inquebrantable’. Es este hecho el que impide que en España se pueda dar una situación como la que en Reino Unido ha hecho dimitir a Boris Johnson: que voten en su contra los mismos compañeros de partido que le hicieron primer ministro.

Como toda regla tiene sus excepciones, hay, sin embargo, en nuestro país un método eficaz para romper el mandato imperativo y que te salga gratis. Consiste en poner cara de pasmao y en decir que te has equivocado al apretar el botón. El inventor de esa original pero infalible fórmula es el diputado popular Alberto Casero, que dio, con su dedo regordete, luz verde a la contrarreforma laboral del PSOE el pasado 3 de febrero y que, sin sufrir la menor represalia de los suyos, ha vuelto a repetir la hazaña votando a favor de que se investigue al PP en la denominada ‘Operación Cataluña’.

Casero no duraría dos días de ascensorista en un hotel (no es difícil imaginar las situaciones dramáticas que ocasionaría en semejante puesto laboral), pero el PP ha hecho de él un hombre de provecho. De provecho ajeno, quiero decir. Ha sido presidente provincial de Nuevas Generaciones y miembro de su Comité Ejecutivo Nacional; concejal, alcalde, parlamentario autonómico, senador y sigue siendo diputado en la que se puede considerar la etapa más mediática, si no más brillante, de su meteórica carrera. Casero tiene la vida asegurada y, aunque sea capaz de equivocarse hasta con el botón de la cisterna del excusado, le espera un glorioso porvenir de puertas giratorias en Endesa, Iberdrola, Telefónica, Repsol…, lo que es lógico, porque un hombre así es realmente irrepetible.

En las redes sociales circula un meme en el que le han puesto la boina del Che Guevara y no le sienta nada mal. Sugiere al enemigo que el PP tiene dentro de casa. Hay, finalmente, otra retorcida hipótesis: la que insinúa que sus dos errores han sido intencionados y que el último tendría como misión convencernos de su torpeza y hacer verosímil el primer ‘error’. Si fuera así, no es preciso que insista. Yo al menos me doy por convencido.