- A diferencia de la derecha, que a veces arrastra un absurdo complejo y da bola a sus enemigos, ellos siempre cierran filas y auxilian a sus caídos
El 4 de junio, el inversor armenio-francés-inglés que posee la mayoría en Prisa largó a la directora de El País, Pepa Bueno, que llevaba menos de cuatro años en el cargo. El cese atendía a que el dueño se había peleado con Sánchez y la directora era una especialista precisamente en lo contrario, en el «sí, bwana» a todo lo que perpetrase Sánchez, por disparatado que fuese. La alianza con el partido de ETA, indultos, amnistía, planes legislativos para acogotar a jueces y periodistas críticos… a María José Bueno todo le parecía chachi y muy «progresista».
Pero, ay, la pela es la pela, y los periodistas, aunque nos creemos erróneamente el ombligo del mundo, en realidad somos guiñoles que dependemos de tener buenos o malos editores. El insaciable Sánchez, no contento con contar con el apoyo de las cadenas La 1, La 2, La 4, La 5 y La 6, pretendía que Prisa le montase una televisión a su mayor gloria, una suerte de Telepedro. Pero el inversor armenio-francés-inglés, al que lo único que interesa de España es ganar dinero aquí, echó cuentas y vio que Telepedro le iba a costar un riñón, engrosando el grueso pufo que ya arrastra su compañía. Así que se atrevió a decirle que no.
Huelga decir que el líder feminista, progresista y ecologista se puso como una pantera. Intentó asaltar la empresa y echar al que no le había cumplido el capricho. En esa guerra, llegó al extremo de enviar a un ministro a París para intentar convencer a un accionista francés de que se sumase al bando del Gobierno en la batalla por Prisa. La embajada pinchó, lo cual es normal, toda vez que el emisario era Óscar López, cuyo poderoso perímetro craneal suele resultar inversamente proporcional a sus prestaciones.
Contra pronóstico, el inversor armenio-francés-inglés ha resistido la embestida chavista de la Moncloa y sigue al frente de su empresa. Pero la resaca de la pelea repercutió en el periódico sanchista, con dos consecuencias: el cese de la directora-botafumeiro y algunos puntuales pellizquitos al Gran Timonel, antaño impensables.
La señora Bueno se vio así en la calle con 62 tacos. Mal asunto. Por fortuna no ha tardado ni dos meses en ser recolocada por las terminales del régimen con otro buen puesto. Sánchez le ha pagado los servicios prestados y la han enchufado como presentadora del Teledario de la noche de TVE.
A diferencia de la derecha, que a veces arrastra un absurdo complejo ante el mal llamado «progresismo» y da bola y subvenciones a sus enemigos, la izquierda opera como un ejército. Cierra filas pase lo que pase y jamás deja en la estacada a los suyos. Siempre habrá para los caídos y fracasados un programa en una tele de la causa, o la dirección de una sede del Cervantes, o un cargo en Paradores, o un chiringuito del Estado del que nadie se acuerda, o una embajada donde gandulear.
Si eres del PSOE puedes hasta ejercer de embajador sin necesidad de poseer siquiera un título universitario. Ya nadie se acuerda de que Ximo Puig y Miquel Iceta están llenándose el bolsillo y pegándose la vida padre en París a costa de nuestros impuestos, el primero como embajador ante la OCDE y el segundo, como embajador ante la Unesco. Si se rodase un reality show sobre su jornada laboral sería el programa más aburrido de la historia, toda vez que no hacen nada.
Ingresar en el PSOE, o darle coba, es como suscribir un plan de pensiones vitalicio. Ahí tienen a Pachi López, Óscar López, Pilar Alegría, Isabel Rodríguez… no han conocido otro empleador en sus vidas que el partido. A fin y al cabo, ¿quién necesita más?
Disfruta del Telediario, Pepa, y tranquila, que si pincha la audiencia igual te nombran embajadora en las Seychelles, o te ponen al frente de Red Eléctrica, al fin y al cabo la que está le fundió los plomos a toda España y Portugal y ahí sigue, embolsándose medio kilo al año. No me extraña que seáis del PSOE. ¡Vaya mina!