JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 17/04/16
· Se hace cada vez más necesario que los españoles decidamos salir a voto limpio del laberinto en que nos han metido.
Resulta muy difícil creer que José Manuel Soria hubiese olvidado, como alega, que había tenido una compañía en Panamá y, todavía más difícil, que tuviera otra en Jersey, cuando era de la familia, la había heredado de su padre y firmado su liquidación, por años que hubiesen transcurrido desde entonces.
Pero tanto o más difícil es imaginar que un hombre en su sano juicio lo negase rotundamente, tras habérsele dicho que existían documentos que lo probaban, sabiendo que, si las mentiras tienen patas muy cortas, ésta ni siquiera tenía patas y, encima, sin molestarse en confirmar con sus familiares la verosimilitud de la acusación, siendo ministro y conociendo la gravedad de la misma.
La única explicación posible es que el impacto fue tal que la negó como un niño niega haber comido la mermelada con el tarro en la mano y los carrillos manchados de ella. Instintiva y precipitadamente, en los tonos más altos, categóricos y vehementes, para seguir negándolo hasta que le pusieron delante los papeles con su firma y no tuvo más remedio que admitirlo. En una palabra: que José Manuel Soria sufrió un shock al recibir la noticia y estuvo como sonámbulo durante varios días, negándose a reconocer la realidad hasta que ésta le dio un par de bofetadas y le hizo volver a tierra. Cualquier otra cosa sería admitir que, aparte de mentiroso, es tonto. Algo de lo que no ha dado muestra a lo largo de su vida privada y pública.
Sea cual fuere la causa, se trató de un inmenso error, corroborado por no haber dimitido antes, aunque esta decisión fuera correcta. Un gobierno no puede permitirse tener un miembro que mienta tan descaradamente o sufra lapsus de memoria o ataques de pánico de tal envergadura. Por su propio bien, pero, sobre todo, por el de su partido, Soria tenía que dimitir no ya del cargo sino de la política. Más, en un momento tan crítico e incierto como el que vivimos. ¿Bastará? No. Soria sólo ha conseguido salvar parte de sus muebles y disminuir los daños de su partido, que hubieran sido mayores de haberse resistido a dimitir hasta que le echaran, como hacen tantos.
Su caso continúa al haber comenzado la campaña electoral. Los tiros se dirigen ahora a Rajoy, al que piden comparezca en el Congreso a explicar qué y por qué hizo lo que hizo su exministro. Cuando, de haberlo sabido, hubiera abandonado el ministerio hace tiempo. Pero, en política, contra lo que los políticos se hartan de decir, vale todo. Sobre todo, cuando todo está en juego, como hoy en España. Lo que no significa que Rivera esté dispuesto a explicar en el Congreso por qué el coordinador de Ciudadanos en La Rioja tenía y tiene compañías en Panamá. Entre otras cosas, porque él tampoco lo sabe.
Ante tanta incongruencia, se hace cada vez más necesario que los españoles decidamos salir a voto limpio del laberinto en que nos han metido.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 17/04/16