EL MUNDO – 29/06/16 – F. JIMÉNEZ LOSANTOS
· Cuando Suárez recibió a Tarradellas, recién llegado del exilio, no se entendieron. El presidente no tenía ni idea de Historia y no había elementos generacionales que los acercaran. Pero Tarradellas era tan intuitivo como Suárez y vio claro que en su interlocutor no había mala voluntad, así que al salir de la fallida reunión dijo ante los medios que le había sorprendido el conocimiento histórico de Suárez y que estaba seguro de que pactarían un acuerdo satisfactorio para Cataluña y el resto de España. Suárez quedó atónito. Y cuando Tarradellas salió al balcón de la Generalidad y dijo «Ciutadans de Catalunya», supo que tendría en él un aliado de verdad. No mintió Tarradellas: simplemente, se adelantó astutamente a la verdad.
Rivera no se entiende con Rajoy, que, a diferencia de Suárez, no tiene buena voluntad. Sin embargo, la posición de Ciudadanos, que es poner las reformas que necesita España por delante de los sillones, debería incluir en los sillones el de Rajoy. Pese al triunfo del PP, que forzosamente incluye a su jefe, sólo tiene 137 escaños. Con los 32 de C’s son 169. Lo bastante para un pacto de Gobierno que incluya las grandes reformas: electoral, judicial y educativa. A las que, ojo, hay que sumar al PSOE, una tarea sólo posible para Rivera, no para Rajoy, Soraya y sus cloacas.
Mariano no quiere a Rivera ni a Sánchez, cierto, pero tampoco al PP. Para sobrevivir, sacrificará lo que sea. Rivera debería hacer lo mismo que con Rosa Díez: que el bueno de la película, el que intentó el acuerdo, sea él. Y si no sale –que seguramente no saldrá–, que el culpable de ir por tercera vez a las urnas sea Rajoy, no él.
Rajoy es un maltratador político nato, como ha demostrado en el PP y con Rosa Díez en las Cortes, así que trata de humillar y provocar a Rivera al decir que él sólo quiere pactar con el PSOE. Pero Rivera debe hacer como Tarradellas: alabar la voluntad reformista del PP.
Ayer insistieron en el necesario pacto con Ciudadanos nada menos que Cifuentes y Aguirre, la clave de la resurrección electoral del PP; Feijóo lo necesitará en Otoño; y Casado se ha cuidado mucho de no romper puentes. Es posible que Rajoy quiera ir a un Gobierno de continuidad, con su Soraya y sus cloacas, que caería por una moción de censura antes de un año. Pero que la culpa sea suya. La factura se pagará en las urnas.
EL MUNDO – 29/06/16 – F. JIMÉNEZ LOSANTOS