ABC 15/05/14
IGNACIO CAMACHO
· Uno de los grandes errores estratégicos de la derecha española ha sido el de alegrarse de la debilidad del PSOE
Que no estuvo fino, admite Rubalcaba después de un debate de guante blanco con Rajoy. En puridad dialéctica así fue: por utilizar un tono institucional le sirvió en bandeja al adversario la oportunidad de lucirse ponderando la recuperación de la economía. Lo que parecía lamentar el jefe de la oposición, sin embargo, era no haber sido lo bastante duro, no haber convertido la sesión parlamentaria en un mitin de campaña. No haber practicado, en suma, la demagogia que atrae votos o al menos excita el ánimo de los partidarios, esos que siempre piden a los líderes que den caña. Con razón dice el sociólogo Gil Calvo que en España apenas hay xenofobia porque sobra endofobia; aquí no necesitamos odiar a los extranjeros porque la energía del rencor la empleamos, como se ha visto tras el asesinato de Isabel Carrasco, contra nosotros mismos.
Sucede que los primeros que piensan que Rubalcaba no anda fino son sus propios simpatizantes, que echan de menos un tono más agresivo y acometedor, a ser posible faltón, contra el Gobierno. El próximo candidato socialista, probablemente Eduardo Madina, tendrá un discurso mucho más duro y un programa de maximalismo de izquierdas. Uno de los grandes errores estratégicos de la derecha ha sido el de alegrarse de la debilidad del PSOE, que a corto plazo favorece al PP pero a largo es perniciosa para el país ya que reduce el ámbito de la socialdemocracia y la empuja a disputarse el espacio con una Izquierda Unida de diáfano acento bolivariano. El centro político español se ha jibarizado mientras crece la radicalidad entre un electorado harto y envuelto en el desengaño antipolítico. Y ni siquiera está unido porque UPyD y Ciudadanos, los grandes beneficiarios potenciales de ese vacío tercerista, son incapaces de asociarse por recelos personalistas y de liderazgo.