Al-Zawahiri sube un peldaño en la cúpula de la red terrorista y gana contra sus rivales internos su primera batalla
Seis semanas después de la muerte de Osama bin Laden, Al-Qaida rompió el silencio para anunciar en un comunicado colgado en una web yihadista que «después de completar la consulta, el jeque doctor Ayman al-Zawahiri, que Dios le dé éxito, ha asumido la responsabilidad para dirigir al grupo». Se trata del relevo natural del saudí y del considerado ‘cerebro’ del 11-S, que se convierte de esta manera en el hombre más buscado por Washington, que ha puesto un precio de 25 millones de dólares (17,6 millones de euros) por su cabeza (15 más que por el mulá Omar, líder talibán afgano).
Como ocurrió con Osama, los expertos sitúan a Al-Zawahiri en el cinturón tribal paquistaní, el mismo donde también a comienzos de mes murió en un ataque de un avión no tripulado Ilyas Kashmiri, considerado jefe del aparato militar de la organización terrorista. El hasta ahora ‘número dos’ ha sobrevivido precisamente a dos ataques de drones americanos. En el primero perdió a una mujer y varios hijos y cinco años más tarde, en 2006, Washington volvió a darle por muerto tras una acción similar, pero de nuevo salió ileso.
En los últimos cuarenta días la cadena CNN, citando a un exyihadista, colocó al también egipcio Saif al-Adel como jefe interino, pero tras este tiempo de deliberación en el que la respuesta en las calles a la muerte de Osama ha sido nula la cúpula de la organización mostró ayer su respaldo a Al-Zawahiri. Con su barba blanca y sus inseparables gafas de pasta, este doctor nacido hace 59 años en El Cairo desempeña desde 2001 el papel de portavoz e ideólogo de Al-Qaida. En la última década ha protagonizado medio centenar de vídeos tratando de mantener alto el espíritu de la organización y de animar a los más jóvenes a unirse a su yihad sin fronteras.
Su último mensaje se difundió en páginas web islamistas la semana pasada, era el primero desde la muerte de Osama y volvió a situar a Israel y Estados Unidos como principales objetivos de una lucha en la que busca un nuevo 11-S. Elogió el terror que Bin Laden inspiraba en el enemigo con un poema y concluyó los treinta minutos de grabación advirtiendo a Estados Unidos de que «no se enfrenta a individuos o grupos, sino a una nación entera que se levantó de las cenizas, en un despertar yihadista, para enfrentarse a sus opresores». También tuvo unas palabras a favor de las revoluciones árabes que persiguen «el fin de las tiranías impuestas por Occidente», revoluciones en las que de momento Al-Qaida no ha tenido presencia.
«No es carismático»
La colaboración con Islamabad debería resultar clave para la caza del nuevo hombre más buscado del mundo, pero las relaciones entre los servicios de inteligencia de Islamabad y Washington no atraviesan su mejor momento, al menos ante la opinión pública. El lunes cinco personas fueron arrestadas en Pakistán bajo la acusación de haber colaborado con los americanos en la caza de Osama -hay que recordar que la operación de las fuerzas especiales del pasado 2 de mayo se desarrolló a espaldas de Islamabad y esto ha provocado un auténtico terremoto político y militar interno en el país asiático- y las autoridades insisten en la necesidad de reducir «al máximo» la presencia militar estadounidense debido al creciente malestar en las calles. Nada dicen, sin embargo, de los miles de millones de dólares recibidos desde 2001 por su colaboración en una guerra contra el terror de la que son socio imprescindible.
La presencia de Bin Laden a escasos 150 kilómetros de la capital paquistaní, en el mismo pueblo donde se encuentra una de las más prestigiosas academias militares del país, ha reabierto el debate sobre el doble juego de Pakistán en la guerra contra el terror, y en los medios locales especulan con la caza de Al-Zawahiri o el mulá Omar como única manera de limpiar la reputación del aparato de seguridad tras lo ocurrido con Osama. «No es carismático. No se involucró en la anterior guerra de Afganistán y creo que tiene muchos detractores dentro de la organización», fue la descripción que de él hizo el consejero de seguridad estadounidense John Brennan tras hacerse pública la muerte del ‘número uno’ de la organización.
La primera batalla contra sus rivales, sin embargo, ya la ha ganado alzándose con el mando de Al-Qaida, una organización cuya cúpula parece seguir en la frontera Af-pak -donde los talibanes de Tehrik e Taliban Pakistan (TTP) se apresuraron a reconocer la nueva autoridad de Al-Zawahiri-, pero cuyo brazo más activo opera en Yemen a través de Al-Qaida en la Península Arábiga (AQPA), la llamada «amenaza global» por la Casa Blanca.
EL CORREO, 17/6/11