Los nacionalistas están dispuestos a aceptar a Batasuna tal y como ésta desea que se le acepte: está imponiendo su presencia política sin haberse movido un ápice. Se está pasando por el forro sus propias patrañas de Anoeta. ¿O no asegura que saldrá a la calle mientras perdurare el conflicto, cuando en Anoeta juró que sacaría el conflicto de las calles?
¡Ay, que me descoyunto! Todavía se me saltan las lágrimas de risa al ver la cara de Josu Jon diciendo que no había argumentos legales para prohibir la manifestación que, al parecer, convocaron en Bilbao unos ciudadanos libres de toda sospecha. Es como un chiste: van unos ciudadanos convocan una marcha con la misma consigna de la que se prohibió en San Sebastián, lo hacen con un elenco de convocantes entre los que figuran rostros indispensables de lo que otrora fue la madre de todo Batasuna, ¿y quién tiene que hacer encaje de bolillos para no ver ni lo uno ni lo otro? ¡Espinete, evidentemente! A menos que se trate de Balza, Josu Jon y los Presuntos Implicados.
Claro que eso viene motivado no por una búsqueda de la objetividad, ya que durante manifestación convocada en Donosti se profirieron gritos a favor de ETA y se produjeron graves incidentes (justo después de que Balza permitiera que se semimanifestasen, no lo olvidemos), sino porque se está produciendo la abdicación del Estado de Derecho frente a una organización ilegal que no puede poner en marcha ni cuestaciones para allegar fondos en la lucha contra el cáncer. La mejor manera de no tener encontronazos con los ladrones es dejarles que roben a sus anchas facilitándoles incluso, si me apuran, un medio de locomoción con minibar para que huyan más cómodos. Pues bien, así ha actuado el Gobierno vasco, ese Gobierno de todos nosotros, aunque no lo parezca, porque calcula que si no lleva a efecto la prohibición de oficio de cuanto acto convoquen las organizaciones ilegales caben grandes posibilidades de que no se produzcan algaradas. Pero, ¿cómo se le debe llamar objetivamente a esa manera de actuar? ¿Reconocimiento de la derrota frente a los violentos, traición al Estado de Derecho, cobardía, oportunismo, objetividad?
Confieso que no lo sé porque me ha entrado la risa tonta. Sí, cuantas más vueltas le doy, más me río de lo mucho que además se estarán riendo los que ya sin ningún tapujo empapelaron el Botxo llamando a la manifestación (sutileza objetiva: llamaron, pero no convocaron) y luego la clausuraron. Bien mirado, tampoco tiene nada de extraño que se rían, porque para eso Bilbao está en fiestas y parece lógico que las txosnas disfruten con, éste sí, el chiste del verano: van un millón de Balzas y un millón de Josu Jones por la pradera llorando a lágrima viva y se encuentran con Chiquito de la Calzada.
– «¿Por qué lloráis?», les pregunta éste.
– «Porque ha venido Otegi y nos ha derrotado».
– «¿Y él solo pudo con todos vosotros?», se extraña Chiquito.
– «Es que nos rodeó».
Pues bien, rodeados o no, hay que reconocer que los del PNV están haciendo un alarde de cinismo sin parangón. A menos que se trate de un uso indebido de la cabeza, como el de cierto delincuente al que la Ertzaintza sorprendió el otro día, precisamente en Bilbao, rompiendo la luneta trasera de un coche a cabezazos. Una cosa parece sin embargo clara: Batasuna está imponiendo su presencia política sin haberse movido un ápice. De hecho, hasta se está pasando por el forro sus propias patrañas de Anoeta. ¿O no aseguró que saldría a la calle mientras perdurara el conflicto cuando en Anoeta juró que sacaría el conflicto de las calles? ¿Y no lo ha vuelto a sacar mediante manifestaciones y misteriosas (no, ellos no saben nada) reactivaciones de la kale borroka?
Lo bueno es que mientras ellos convierten lo de Anoeta en puro papel (higiénico) mojado haya quien les baile el agua y los acepte tal cual, ilegalizados y sin poner nada de su parte para dejar de estarlo. También hay que decir que no sólo son los nacionalistas quienes están dispuestos a tragarse a Batasuna tal y como Batasuna está deseando que se le acepte. Y no me refiero al anfibio de Madrazo, sino a ciertos socialistas notorios que no tienen empacho en invocar a Irlanda, como Batasuna, y creerse que en Stormont se logró el acuerdo que se logró sin que las partes tuvieran claro qué esperaban del otro. Es que el pensamiento mágico hace estragos.
Javier Mina, EL PAÍS/PAÍS VASCO, 29/8/2005