- Ahora están a vueltas con el ciberataque. Cualquier cosa, menos asumir responsabilidades, dar explicaciones y humildemente pedir perdón. Eso jamás. El orgullo que define su perfil psicológico hace imposible ese ejercicio de modestia
Entre los rasgos que diferencian a Sánchez para mal es su capacidad inveterada de mentir. Él le llama a eso cambiar de opinión. Semejante afirmación es en sí misma otra mentira. Hoy en el Congreso de los Diputados nos dará un recital de cambios de opinión, que en su caso son falsedades, después de haber propuesto en su día la desaparición del Ministerio de Defensa. ¡Un visionario! Lo que demuestra lo escasamente preparados que están los miembros de este Gobierno para hacer que España funcione. Si Sánchez, cuando aspiraba a la Presidencia, creía semejante cosa, está claro que le acompañaba una desinformación notable.
Ahora están a vueltas con el ciberataque como causa del apagón. Cualquier cosa, menos asumir responsabilidades, dar explicaciones a los ciudadanos y humildemente pedir perdón. Eso jamás. El orgullo que define su perfil psicológico hace imposible ese ejercicio de modestia. Al contrario, Sánchez enfanga todo lo que toca. Va a Paiporta, le protestan airadamente unos vecinos del pueblo, como hicieron tantas veces los vecinos de tantos pueblos ante los políticos en medio de desgracias de esa naturaleza, y el ocupante de la Moncloa afirma que era una conjura de la extrema derecha. ¿Qué extrema derecha? La Guardia Civil localiza a los tres vecinos que así se manifestaron y resultaron ser tres ciudadanos normales que no podían con su indignación. ¿Dónde está esa conjura? Miente, una vez más. Pero lo hace para crear mal ambiente y perpetrar daño.
Volvamos al ciberataque. El mesianismo de las renovables llevó a este Gobierno a situaciones delirantes y el consenso generalizado entre todos los especialistas señala que el mix de energías del lunes, 28 de abril, generaba tal inestabilidad en la red eléctrica de España que inevitablemente iba a ocurrir lo que finalmente ocurrió. Como es un fallo achacable al Gobierno y muy especialmente a Teresa Ribera y a Beatriz Corredor, entonces nos inventamos un ciberataque.
Han pasado ya nueve días y ni rastro de semejante sabotaje. España no funciona y se deteriora a pasos agigantados con un Gobierno incapaz y un presidente a quienes los ciudadanos no quieren. Un presidente al que cerca la corrupción por los cuatro puntos cardinales, mientras el Estado de derecho se ve más amenazado que nunca.
No nos merecemos un Gobierno que miente, insulta, administra mal y no practica los más elementales consensos democráticos. Con semejante perfil, ¿quién va a creer a los ministros?