Los votantes son tozudos. La intención electoral, medida apenas dos diez días después de la cita con las urnas del 26-J, vuelve a mostrar un paisaje político dividido en el que de nuevo la gobernabilidad, aun cuando se tuvieran que convocar otra vez elecciones, sólo estaría garantizada mediante pactos.
Ningún partido tendría la fuerza suficiente como para hacer prosperar en solitario o con algún acuerdo sencillo una investidura. Los pactos tendrían que ser de nuevo el catecismo, incluso entre fuerzas ideológicamente rivales. Los españoles insisten en sus mandamientos, a juzgar por los resultados del último barómetro del CIS: la clave es el compromiso y el consenso.
El sondeo, casi a mediados de agosto, no recoge el efecto de los cambios de postura, en algunos casos, y del enrocamiento, en otros, que han ido registrando las fuerzas políticas. Los movimientos han sido varios aunque se mantiene una situación de bloqueo casi mes y medio después de que los votos hayan emitido sentencia y en muchos ámbitos empiece a no considerarse descabellado pensar en la convocatoria de terceras elecciones.
Los resultados del barómetro señalan que sólo el PSOE estaría en disposición de mejorar la marca que obtuvo el 26-J. Sería un ascenso muy leve. Apenas medio punto. Una subida que en el mejor de los casos le permitiría arañar algún escaño pero probablemente no sería suficiente para recuperar el listón de los 90 diputados. Los socialistas pasarían, de acuerdo con el sentir de los votantes hace un mes, de cosechar el 22,6% de los sufragios al 23,1%.
Todo indica que se trata de una subida provocada por la euforia que suscitó el hecho de haber resistido al empuje, que parecía arrollador, de Unidos Podemos. Parte del electorado abstencionista del PSOE estaría trasladando a la encuesta su alegría y su renacida confianza en el partido tras haber conseguido conjurar el temido sorpasso.
El PP, claro vencedor de las elecciones de junio, las segundas en medio año, perdería, según la encuesta, lo mismo que gana el PSOE, es decir, cinco décimas. La propuesta de los populares obtiene en el barómetro un 32,5% de apoyos en tanto que hace mes y medio en las urnas logró un 33%. En cualquier caso volvería a ganar si se repitieran los comicios. Hoy por hoy sigue a más de nueve puntos de los socialistas.
La marca del 26-J fue especialmente relevante para el partido de Rajoy ya que fue el único –ERC aparte– que consiguió mejorar, y muy sustancialmente, el resultado que obtuvo en los comicios del 20-D. Hace seis semanas elevó su listón en 690.000 votantes y ello le reportó 14 escaños más en el Congreso, hasta los 137 diputados.
Sin embargo, y pese a ese ascenso, el PP se enfrenta ahora a los mismos problemas que a principios de año. No tiene fuerza suficiente ni para investir a su líder como presidente ni para asegurar la gobernabilidad del país con unos mínimos razonables de estabilidad. Quizá esta constatación, pese a los buenos resultados de junio, es la que explica la decepción de una parte, aún pequeña, de sus electores.
Si algo señala meridianamente el CIS de julio es que, en caso de tener que acudir por tercera vez a las urnas en un año, los votantes no cambiarían sustancialmente el color de su papeleta y el escenario político se situaría en un dejà vu, en un nuevo día de la marmota.
Incluso el equilibrio entre viejos y nuevos partidos se mantendría. Las dos fuerzas históricas, PP y PSOE, seguirían aglutinando el 55,6% de los sufragios, lo mismo que el 26-J y casi cinco puntos más que el pasado 20 de diciembre cuando ni siquiera llegaban al 51% de los sufragios.
Por el contrario, las dos nuevas –Ciudadanos y Unidos Podemos– muestran, como bloque emergente, una clara tendencia al declive: juntos en los comicios de diciembre atrajeron al 38,2% de los votantes; el porcentaje se redujo al 34,1 en el 26-J y ahora, de acuerdo con el sondeo del CIS, vuelven a caer hasta el 31,6%.
Probablemente esta tendencia a la baja encuentre su raíz en la incertidumbre que suscitan en los electores. El partido de Pablo Iglesias, pese al conocido como pacto del botellín con el que selló su alianza con Izquierda Unida, no ha logrado hacer que la euforia que acompañó al acuerdo de la izquierda radical cristalizara en la ciudadanía: Unidos Podemos finalmente obtuvo el mismo resultado que lograron los dos partidos coaligados cuando se presentaron por separado a las urnas.
La decepción por no haber conseguido la que era su primera meta, el sorpasso al PSOE, parece haber desanimado a una parte de quienes decidieron votarles hace seis semanas. Tanto es así que en poco más de diez días el sondeo registraba ya un descenso en intención de voto para esta fuerza de 1,5 puntos. Si el 26-J lograron un 21,1% de las papeletas, dos semanas más tarde sólo alcanzaban el 19,6%. El deslizamiento hacia abajo de la formación morada es llamativo: en diciembre, y sin alianza con IU, logró junto a sus confluencias el 24,3% de los votos; ahora con las mismas confluencias y con IU no llegaría siquiera al 20%.
También retrocede Ciudadanos. El partido de Albert Rivera, pese a su pretensión de convertirse en el árbitro moderador de la política española, en el defensor por antonomasia de la regeneración de la vida pública y en el defensor a ultranza del interés general por encima del partidista, no logra el éxito de público que con tales banderas cabría esperar. La formación naranja suscita dudas y todo indica que aún sigue pagando el coste de su alianza, finalmente frustrada, con el PSOE, más aún ahora cuando todo apunta a que podría ser el primer socio técnico del PP.
C’s, en definitiva, ha pasado del 13,9% que obtuvo en diciembre, al 13% que logró el 26-J y al 12% que ahora le adjudica el CIS. Este partido parece ser el que hace un análisis más atinado de la encuesta al señalar que hay tan pocas variaciones que, en caso de desembocar de nuevo en elecciones, el panorama político sería casi idéntico al actual.
Por lo que se refiere a las fuerzas catalanas cabe señalar el declive de la antigua CDC, ahora Partido Demócrata, que ha pasado del 2,25% de los votos en el 20-D, al 2% del 26-J y al 1,7% que ahora le otorga el CIS. ERC sigue en ascenso recabando lo que pierde la vieja Convergència. Del 2,39 de diciembre, al 2,6 de junio y al 2,9 que les ofrece el sondeo.