Tonia Etxarri-El Correo

La negociación con los gobernantes catalanes se está convirtiendo en un polvorín

Al cabo de tres semanas de continuos sobresaltos en el nuevo Gobierno de España, fruto de la improvisación más que de la descoordinación, hoy volveremos a ver a Pedro Sánchez en sede parlamentaria. En la apertura solemne de la XIV legislatura en el Congreso de los Diputados presidida por el Rey Felipe VI. Será la primera vez que el Monarca se encuentre con un Ejecutivo de coalición integrado por socialistas y populistas de extrema izquierda. Y con un hemiciclo en donde la mayoría de fuerzas independentistas, que han redoblado su presencia, le piensan plantar porque no le reconocen. Todo aparentemente normal. Los gestos procedentes de los secesionistas se admiten, se comprenden e incluso se justifican. Los secesionistas van marcando el ritmo y el Gobierno va pasando sus deberes a limpio. Cuestión de necesidad. Sin reproches. Sin exigencias.

La agenda de Sánchez con los separatistas catalanes, que ha sufrido alteraciones y reajustes a ritmo vertiginoso, terminó con Rufián en La Moncloa recordando a este presidente que depende de ERC para poder gobernar. Marcha atrás. Donde Sánchez dijo que se posponía la mesa de partidos, se acepta ahora que ese foro paralelo al Parlamento se reúna cuando los secesionistas, en plena lucha fratricida, quieran. Rufián ya se lo había advertido en la primera sesión de las Cortes. «Sin mesa de diálogo no hay legislatura». Y Sánchez, que quiso posponer el foro hasta después de las elecciones catalanas, ha tenido que deshacer el hilo. Rufián ya tiene antecedentes como ganador de pulsos en tiempo de prórroga. Logró torcer la voluntad de Puigdemont. Con un tuit. Ahora la de Sánchez con una visita de ‘cobrador del frac’ a La Moncloa. ¿Quién manda aquí? Se miran retadores entre JxCat y ERC.

Esta dependencia del partido de Junqueras para aprobar los Presupuestos (un partido al que le importa un comino la gobernabilidad de España) y la forma de gobernar tan personalista de Sánchez son los ingredientes del cóctel explosivo de un Gobierno que, si no fuera por el acuerdo social alcanzado con la subida del salario mínimo interprofesional, tiene motivos para admitir el comienzo ‘horribilis’ de su estreno. Por méritos propios. De tanto tropiezo no puede culpar a la derecha. A la improvisación de Sánchez y a su sometimiento a las exigencias de los gobernantes catalanes hay que añadir el ‘surfeo’ sobre las diferencias existentes en el Gobierno en política exterior. ¿O ya no son tantas? El volantazo no explicado sobre la política relacionada con Venezuela, fomentado desde fuera por Zapatero y desde dentro por los bolivarianos de Podemos, traerá consecuencias a medio plazo.

O Sánchez se va podemizando adoptando actitudes de las que hace unos meses renegaba (como le ha ocurrido con otras medidas relacionadas con Cataluña) o el Gobierno «de una sola palabra» tendrá que ir sorteando crisis continuas. Hasta ahora Iglesias se ha mostrado leal. Aceptando sin rechistar nombramientos que no eran de su agrado. Y su asentimiento disciplinado bien le ha valido la recolocación en el núcleo de los ‘maitines’ preparatorios del Consejo de Ministros. Porque él lo vale. De la siniestra entrevista del ministro Ábalos con la vicepresidenta del gobierno de Maduro, vetada en territorio Schengen, no ha habido versión creíble. Ni la primera, ni la penúltima. Pero queda el recuerdo del año pasado, cuando Sánchez, como tantos mandatarios americanos y europeos, reconocía a Guaidó. Y lo que hemos oído ha sido a Pablo, vicepresidente, referirse al presidente encargado de Venezuela como «un político importante de la oposición».

El Ejecutivo de coalición socialcomunista tiene que afrontar muchos retos, aparte de la reciente rebelión en el campo. Pero la negociación política con los gobernantes catalanes se está convirtiendo en un polvorín. Y con la veleta de Pedro Sánchez se acrecienta la incertidumbre. Pero como el PNV prefiere vivir en esa perplejidad antes que en la certeza de un Gobierno de centro derecha (¿el PNV es de izquierdas?) todo en orden por el flanco vasco.

El jueves Pedro Sánchez se verá con Quim Torra el ‘inhabilitado’. Que es quien ha hecho una jugada de pillo mientras el presidente del Gobierno y Junqueras planifican el reparto de poder después de las elecciones catalanas. Veremos qué dicen las urnas. La pregunta del ‘millón’ es: ¿Qué pasa si JxCat y ERC vuelven a sumar la mayoría? Artur Más termina su inhabilitación. Y ha anunciado su vuelta al ruedo. No se lo pierdan.