Del blog de Javier Elorrieta
Como en Errejón, como en toda la «patulea izquierdista», lo que más me repugna es la ideología que asumen, que sólo genera sectarismo y represión, ataques a la libertad, exilio y miseria, paso de sus líos personales o sus gustos sexuales, aunque sean muy condenables ante la existencia de denuncias.
 Me trae al pairo si es víctima del propio «feminismo desbocado» al que ha contribuido. O a su torpeza en los asuntos del «ligoteo». O si tiene alguna irrefrenable tendencia sexual. Ya creía que era un peligro político cuando Manuela Carmena le invitaba a probar las magdalenas caseras que ella hacía.
Como no critico a los que se defienden, como pueden, de los sablazos de la Hacienda. Salvo los que con cinismo argumental defienden las leyes gubernamentales para engordar el Estado. O los que se enriquecen con el dinero público. O defiende la inmoralidad de un gobierno corrupto. Ya sólo por la utilización desahogada del dinero del contribuyente, en su enriquecimiento personal o la gestión fraudulenta en su uso para el clientelismo electoral. Por cierto, ya a Errejón se le grabó apelando a esta práctica de colocación en el entramado administrativo público, para tener empleo en los tiempos que electoralmente no les sean positivos.
Por eso destaco otros artículos de la página diaria de opinión que recoge la Fundación para la Libertad, como el de Santiago González o el de Gabriel Albiac, que como muchos ( yo mismo) han evolucionado, atendiendo al argumento, al estudio contrastado, a la realidad, desde posiciones de «izquierdismo juvenil» a una reflexión y análisis más soportados en argumentos sólidos, contrastables con los resultados y la realidad.
El problema más acuciante es la de un Gobierno y un PSOE que está destrozando la articulación institucional y democrática de España.
Lo de Errejón sirve de una cortina más para despistar a la opinión pública. Racionalmente ya se sabe que el Gobierno de Sánchez es un estercolero. Que el PSOE está enfilado a desaparecer en cuanto pierdan el Gobierno y el soporte clientelar que ha generado.
No descarto que Pedro Sánchez termine como Benito Craxi, que huyó a Túnez, perseguido por la justicia italiana. Él a Marruecos o a la República Dominicana. República que, al parecer, se ha convertido en una de las huchas de esquilmar a los contribuyentes españoles desde el «negocio de la política».
No se pierdan el conjunto de los artículos.