Rubén Amón-El Confidencial
- La visita del presidente Moon Jae-in coincide con un nuevo despecho a Felipe VI y le sorprende en la gestión de los turbo-indultos
No es sencillo ponerse en la situación del funcionario coreano a quien corresponda explicar al presidente Moon los pormenores del conflicto catalán. Empezando por el boicot institucional que el ‘president’ Aragonès organizó anoche a Felipe VI en la misma cena a la que acudió el propio mandatario asiático.
Quizá le sorprendiera descubrir al señor Moon que el partido en el poder y sus aliados consideran al Rey un enemigo de Cataluña. Y que la Selección de fútbol nacional no ha jugado en territorio catalán desde hace 17 años. Y que la bandera roja y gualda se percibe como un estandarte invasor. Y que el himno acaso suena para poder abuchearlo.
Al señor Moon habría que explicarle el delirio del victimismo soberanista. Y familiarizarlo con la mayor paradoja del ‘conflicto catalán’: quien se dice oprimido es realmente el opresor. Lo prueba la propia hostilidad hacia el discurso constitucionalista.
Y la discriminación que lamina cualquier atisbo de coexistencia territorial o conceptual. Uno de los casos más elocuentes consiste en la subordinación del castellano y en la persecución de las españolías, pero tanto podría hablarse del aparato propagandístico, de la red clientelar, de la sociedad delatora, de la ‘omertà’, del modelo educativo, de los mitos fundacionales. Habría que explicarle al señor Moon que la Guardia Civil y la Policía Nacional se desprecian como fuerzas de ocupación. Y que la independencia se celebra ya como una realidad en los campanarios donde ondea con altivez la estelada.
He aquí algunas claves que facilitan el acceso al misterio y a la mística soberanistas, pero resulta mucho más complicado explicarle al líder coreano el sabotaje a las instituciones que protagoniza… el presidente del Gobierno. Corresponde a Sánchez, señor Moon, el énfasis de una contorsión que desautoriza al tribunal español de más rango para evacuar de la cárcel a los artífices condenados en un proceso de sedición: 13 años de cárcel.
Y no es que Sánchez, señor Moon, se haya limitado a predisponer los indultos después de haber renegado de ellos y de haber prometido arrestar a Puigdemont. También ha promovido la reforma del Código Penal a medida de los delincuentes. Para que no pasen una noche más de cárcel. Y para que puedan reincorporarse inmaculados a la misión de la ruptura y de la desconexión.
«Se preguntará usted, señor Moon, qué coño de democracia es esta»
Se preguntará usted, señor Moon, qué coño de democracia es esta. Y qué entiende Sánchez por la separación de poderes. Y qué motivos explican la estrategia endogámica de nuestro presidente del Gobierno. Urgiría entonces traducir al coreano el ‘Manual de resistencia’ y mencionar las necesidades particulares del artífice. La precariedad de su mayoría parlamentaria. El bienio de paz con que pretende gestionar el resto de la legislatura. La asimetría de las negociaciones. La megalomanía con que Sánchez aspira a resolver el conflicto catalán. O la cínica ingenuidad con que se espera un gesto conciliador de los independentistas. Lo dijo Aragonès, señor Moon, la amnistía y la autodeterminación son inevitables.
Arrepentimiento. Propósito de enmienda. Concordia, convivencia, altura de miras. Ha comprobado anoche usted mismo, señor Moon, la beligerancia insaciable del soberanismo, el desprecio y la humillación que las instituciones catalanas derivaron hacia la jefatura del Estado. Y habrá escuchado la elocuencia con que la portavoz de ERC, Marta Villalta, proclamaba que el Rey de España no es bienvenido en el noreste de España, menos aún después de haber reclamado el cumplimiento de la Constitución en el discurso del 3 de octubre de 2017.
Entiendo su desconcierto, señor Moon, y me apiado de los esfuerzos pedagógicos del funcionario a quien haya correspondido explicarle el conflicto. No ya para entender la perversa colusión entre los independentistas y Pedro Sánchez, sino para comprender el celo que define el fervor de los cortesanos. Se ha propuesto representarlos Díaz Ayuso. Y ha encabezado un movimiento populista que coloca a Felipe VI en un papel cómplice de los indultos.
Claro que es angustiosa, señor Moon, la coyuntura del monarca. Su firma libera de la cárcel a los mismos sediciosos que él amonestó y que aspiran a guillotinarlo, pero el acto debido enfatiza precisamente el respeto a la Constitución, la idiosincrasia de la monarquía parlamentaria y todo el escrúpulo institucional que Sánchez y los compadres soberanistas se han propuesto malograr.
Nada que ver con un rey feudal ni con el absolutismo, señor Moon. La Corona representa bien un elemento integrador y un eje constitucional que explican el recelo del separatismo y que convierten en imperdonable el tratamiento de Sánchez a Felipe VI.