ABC 25/11/16
· Ciudadanos intentará impulsar los trabajos desde enero y el PP los afronta «sin miedo»
A fuego lento. Sin prisa, pero sin pausa, el Congreso de los Diputados se prepara para comenzar los trabajos que en el futuro puedan alumbrar una reforma de la Constitución. Después de que el Rey defendiera en su última ronda de consultas la necesidad de no tener miedo y desdramatizar la renovación de la Carta Magna, parece haber cobrado fuerza entre los partidos la idea de que antes o después deberá acometerse. Dentro del PP hay un sector de diputados convencidos de que durante esta legislatura «algo tiene que pasar», pero hay otra facción que se resiste frontalmente a abrir una negociación sin que exista consenso previo sobre el camino a seguir.
Por eso, Ciudadanos, obligado a lograr una legislatura de reformas profundas que sirvan para demostrar su utilidad, quiere llevar de la mano a los dos principales grupos para afrontar el debate sin estridencias. Ayer, el presidente del partido, Albert Rivera, explicó que propondrán la creación de una mesa de partidos para ver qué dirección seguir: «Espero que podamos aglutinar a la mayoría de ellos en esa mesa y que en 2017 se aborde la reforma de la Constitución».
Bases de la reforma
Fuentes del PP sostienen que esta formación no tiene miedo a abrir el debate sobre una reforma de la Carta Magna. De hecho, abren la puerta a poner en marcha una ponencia dentro de la Comisión Constitucional para estudiar la modificación de cuatro asuntos concretos: el fin de la prevalencia del varón sobre la mujer en la sucesión de la Corona (artículo 57.1), la inclusión de España en la integración europea (redacción de un nuevo título VII bis), la reforma del Senado (artículo 69) y la introducción de los nombres de las comunidades autónomas en la Carta Magna (artículos 137, 143 y Título Preliminar). Sobre estos cuatro temas informó ya el Consejo de Estado en un dictamen emitido en 2006, apuntando distintas posibilidades, por lo que no hay impedimento legal para llevarlos a cabo. Se quiere que ese sea el punto de partida.
No obstante, los populares señalan también los límites que consideran infranqueables de cara a la negociación: la soberanía nacional, la unidad de España y la igualdad de todos los españoles. Y la reforma tendrá que contar obligatoriamente con un consenso parlamentario igual o superior al que impulsó la Constitución de 1978. Si el análisis de la reforma se abre pero sus conclusiones no encuentran esta amplia sintonía entre los partidos políticos, los populares cerrarán la puerta a impulsar la reforma. El entendimiento, por tanto, será decisivo para que llegue a buen puerto. En el equipo de Rivera apuntan a que lo ideal sería crear esa mesa de partidos a comienzos del próximo año y que avanzase los trabajos que luego se abordarían en una subcomisión parlamentaria. Pero se tiene el convencimiento de que para esta cuestión no existe un camino claro por el que una mayoría amplia quiera transitar.
PP y Ciudadanos acordaron en su pacto de investidura que avanzarían en esta dirección. Dado que en el mes de febrero Ciudadanos alcanzó acuerdos concretos con el PSOE en materia de reforma constitucional, se cuenta con que los socialistas participarán también en la mesa de trabajo. Algo que confirman fuentes del grupo parlamentario del PSOE.
Ese espacio de trabajo tendría por objeto «ver si hay consensos suficientes parar abrir una reforma. No abrir el melón sin saber a dónde podemos ir». Aunque se pide que a comienzos del próximo año «se empiece a trabajar», desde Ciudadanos aseguran que «la reforma constitucional tiene que ser el colofón de una época de reformas», ya que por el camino se abordarán otros cambios legislativos que podrían requerir modificaciones constitucionales, por lo que sería más óptimo que la posible reforma contenga no solo los aspectos propios de la misma, sino aquellos derivados de otras modificaciones normativas. «Lo mejor sería no empezar por la reforma constitucional», señalan desde C’s.
Los mismos protagonistas defienden que el consenso de estos tres partidos para empezar a trabajar no es suficiente. Y en ese sentido preocupa el espíritu con el que afronte Podemos la cuestión. «Una reforma constitucional requiere consenso amplio. Con los números actuales tendría que ser también con Podemos». Y preocupa que Podemos ponga por delante de cualquier otra cuestión su apuesta por reconocer la plurinacionalidad del Estado y el derecho a decidir. Sin consenso no habrá reforma.