Chapu Apaolaza-ABC

  • En la culminación del 50 aniversario de la muerte del dictador, el Gobierno insiste y montará en el Congreso una ‘performance’ circense con trapecistas, actores y pianistas
  • El Congreso albergará un número circense por los 50 años sin Franco

Hay que acordarse de cuando en el Congreso de los Diputados se quitaron la corbata; parecía el fin del mundo y lo era. Ahí empezó a joderse el Perú. El derrumbe institucional comenzó con el fin de las formas que la sostenían, quitándose sus señorías la corbata para ahorrar aire acondicionado en esta deriva ‘decontractée’ que Dios la confunda y que nos ha llevado a un Gobierno que, cuando te habla, parece que te va a pegar dos guantazos. Uno comienza quitándose la corbata y termina subiendo a la tribuna con aquello fuera y construyendo un muro que parece una tapia al amanecer. Sánchez se ríe de la oposición como un villano de la IA y Montse Mínguez graba a los del PP en lo que parece una bronca en el metro. Salvo honrosas excepciones, tirios y troyanos hablan en una melopea dialéctica de zascas, memes y tuits que es peor que el sexo sin ganas.

A estas alturas, denunciar las formas en el Congreso resulta un ejercicio tan obvio y melancólico, parecido al de malgastar la columna del periódico en pedir que no se quemen los bosques. Pero no es que el Congreso parezca un circo, que lo parece, es que Sánchez va a poner acróbatas en plan Pinito del Oro para conmemorar el año Franco. A Franco hay que traerlo al presente mucho, con doble mortal trasero, y a ETA muy poco porque Franco fue ayer, y Otegi es un hombre de Estado, pero esa es otra historia. Así que en la culminación del 50 aniversario de la muerte del dictador, el Gobierno insiste -¡Franco, Franco, Franco!- y montará en el Congreso una ‘performance’ circense con trapecistas, actores, pianistas, etc. De momento ya tienen los payasos, la carpa y los leones viejos, ya sin uñas: dicen que uno de ellos está castrado: a ver dónde van a parar los leones desmemoriados, dando vueltas, mecánicos y sin sentido, en la jaula de barrotes oxidados del populismo poszapaterista. Unos intérpretes recitarán discursos de la época preconstitucional, tocará lúgubres melodías una intérprete sanchista que no es el hermano presidencial conocido como Azagra, que se sepa. En la pista central, Francina sostendrá sobre el hocico una pelota de goma como como esos delfines tan graciosos que bailan si hay sardina. Porque si no hay sardina, no baila Francina, pero hay sardina, pues, en el año Franco, el Gobierno se ha gastado veinte millones de euros, que es lo que costaría atender a los del ELA. Vivimos en un país glorioso en el que nos van a duplicar la cuota de autónomos, pero al menos habrá unos trapecistas en el Congreso, preconstitucionales y LGTBQplusplusplús, espero.

Don Pedro acudirá, moreno y delgado, y dormirá una legislatura entera en un colchón de clavos como El Gran Fakir de la India y, en el grupo mixto, Ábalos se colgará un pesado hierro de salva sea la parte. Irá Mertxe Aizpurua de mujer-bala por lo de la diversidad. Después salen Feijóo de pierrot un poco soso y emocional, dos saltadores de líneas rojas de la bancada del Gobierno, Sara Aagesen que convierte lo que toca en hielo y Rufián, que lanzará cuchillos. Puente, en una jaula, soltará improperios poco cabales; ¿no estaban prohibidos los circos con animales?