«La solución al problema vasco no la podemos seguir esperando de ETA, ni que venga desde Madrid, París o Bruselas». ¿Cómo íbamos a esperar la solución de quien constituye nuestro principal problema? ¿Cómo puede equiparar a una organización terrorista con los gobiernos de España, Francia y la Unión Europea? ¿Qué solución ha esperado Ibarretxe de ETA?
El lehendakari Ibarretxe invitó a la sociedad vasca en las personas de algunos de sus cualificados representantes al tradicional copetín de Navidad: gentes de la política, la empresa y los sindicatos, el deporte y el espectáculo, la judicatura, las artes y las letras (a pesar de nuestra condición bertsolari). Es una hermosa costumbre, como algunas otras que también practicamos en estas fechas: reencuentros familiares y amistosos, intercambio de felicitaciones, participaciones de lotería que nunca tocan, regalos y buenos deseos (que son gratis).
Lo normal en circunstancias como éstas es aparcar los desacuerdos y orillar los asuntos espinosos para hacer los encuentros más amables y más grata la convivencia. Lo adecuado en la recepción del día 21 era que el lehendakari de todos los vascos brindase por metas tan incuestionables como el deseo de un año próspero para todos (y todas, naturalmente), expresar deseos abstractos de amor y felicidad o aspiraciones más concretas, como mejorar a lo largo de 2008 los componentes que definen nuestro envidiable IDH: ver crecer nuestra renta, mejorar nuestra educación, la longevidad y hasta la estatura. «Quiero veros altius, citius, fortius y healthy, wealthy and wise» podría haber dicho el lehendakari con mucha propiedad y don de lenguas.
Pues no. Aprovechó la circunstancia para insistir, erre que erre, en su consulta, la única anotación que debe de contener su agenda a plazo tan largo: ‘día 25 de octubre. Efemérides: 169º aniversario del nefasto decretazo de Espartero. Actividades: 9.15 horas. Ir a votar’. Su franqueza le honra y habla en favor de su nobleza de carácter, pero la sinceridad no es un valor absoluto para establecer una convivencia razonable. Lo que convencionalmente llamamos buena educación, y antaño normas de urbanidad, requiere dosis homeopáticas de hipocresía que nos faciliten las relaciones con conocidos, amigos y familiares. Nadie en su sano juicio le dice a un amigo escritor: «tu último libro es un pestiño insoportable», salvo que haya decidido poner fin a la amistad por vía de urgencia. Aunque sea verdad. Aunque el escritor sea Suso de Toro.
La sinceridad del lehendakari no llegó hasta una incorrección tan directa, aunque resultó muy llamativo que tratara a todos sus invitados como si fueran adeptos, sin tener en cuenta que algunos de los asistentes, como el titular de la Delegación del Gobierno y los jueces, se van a ver obligados por la ley a impedir el referéndum más pregonado de nuestra historia.
Su intervención fue breve y francamente mejorable desde el punto de vista conceptual: «La solución al problema vasco está aquí, no la podemos seguir esperando de ETA, ni que venga desde Madrid, París o Bruselas. Cada uno de nosotros somos la llave para construir un futuro diferente», dijo en un extraordinario párrafo que pide deconstrucción a grandes voces, antes de que a los asistentes se les materializase la metáfora en regalo: una llave con la inscripción ‘Tú eres la llave’, en castellano y en euskera.
Es evidente que hay más de un problema vasco. El Euskobarómetro los cataloga cada seis meses y los ordena según las preferencias de los ciudadanos vascos. El mismo día que Ibarretxe recibía en Vitoria, el sondeo que dirige Paco Llera hacía saber que el terrorismo es hoy el problema que más preocupa a los vascos. Era el mismo sondeo que por primera vez suspende a Ibarretxe desde que llegó a la Presidencia en 1998 y que situaba a Josu Jon Imaz como el político mejor valorado.
Así las cosas, entienda el lehendakari lo que quiera por solución, ¿cómo íbamos a esperarla de quien constituye nuestro principal problema? ¿Cómo puede equiparar a una organización terrorista con los gobiernos de España, Francia y la Unión Europea? El descabellado planteamiento del párrafo ya prefigura el desparrame de la metáfora, esa llave que sirve para construir, en vez de para abrir la puerta o cerrarla, que es lo suyo. ¿Qué solución ha esperado Ibarretxe de ETA? La única respuesta aceptable es el abandono de las armas. Pero si ya no podemos seguir esperando que ETA nos la ofrezca ‘motu propio’, la conclusión lógica es que vamos a encargarnos nosotros con la fuerza de la ley, no con la llave de la construcción nacional.
No es que el lehendakari no citase a ETA como problema. Lo hizo: ‘Ibarretxe ha indicado que la sociedad vasca no acepta «la brutal» vuelta atrás de ETA de la que ha dicho «sobra, estorba y debe desaparecer»’, explica su propia web, pero parece que el calificativo ‘brutal’ no encaja con los verbos entrecomillados. Vayamos a un caso práctico sin connotaciones políticas. Nadie se imagina a un comisario de policía que, tras calificar justamente de ‘brutal’ el ataque del que ha sido víctima un famoso empresario del espectáculo televisivo, añadiera: «francamente, el hachazo en la cabeza estaba de más y las bandas de albanokosovares deberían abandonar estas actitudes».
Santiago González, EL CORREO, 24/12/2007